por: Prof. Frank Jhonattan Weffer
Levítico
- Capítulo 13. 1-59 (Solo leer del 1 al 14)
1 Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo:
2 Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes.
3 Y el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo.
4 Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días.
5 Y al séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga conserva el mismo aspecto, no habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar por otros siete días.
6 Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus vestidos, y será limpio.
7 Pero si se extendiere la erupción en la piel después que él se mostró al sacerdote para ser limpio, deberá mostrarse otra vez al sacerdote.
8 Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra.
9 Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote.
10 Y éste lo mirará, y si apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva,
11 es lepra crónica en la piel de su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es inmundo.
12 Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote,
13 entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio.
14 Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo.
2 Cuando el hombre tuviere en la piel de su cuerpo hinchazón, o erupción, o mancha blanca, y hubiere en la piel de su cuerpo como llaga de lepra, será traído a Aarón el sacerdote o a uno de sus hijos los sacerdotes.
3 Y el sacerdote mirará la llaga en la piel del cuerpo; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y pareciere la llaga más profunda que la piel de la carne, llaga de lepra es; y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo.
4 Y si en la piel de su cuerpo hubiere mancha blanca, pero que no pareciere más profunda que la piel, ni el pelo se hubiere vuelto blanco, entonces el sacerdote encerrará al llagado por siete días.
5 Y al séptimo día el sacerdote lo mirará; y si la llaga conserva el mismo aspecto, no habiéndose extendido en la piel, entonces el sacerdote le volverá a encerrar por otros siete días.
6 Y al séptimo día el sacerdote le reconocerá de nuevo; y si parece haberse oscurecido la llaga, y que no ha cundido en la piel, entonces el sacerdote lo declarará limpio: era erupción; y lavará sus vestidos, y será limpio.
7 Pero si se extendiere la erupción en la piel después que él se mostró al sacerdote para ser limpio, deberá mostrarse otra vez al sacerdote.
8 Y si reconociéndolo el sacerdote ve que la erupción se ha extendido en la piel, lo declarará inmundo: es lepra.
9 Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote.
10 Y éste lo mirará, y si apareciere tumor blanco en la piel, el cual haya mudado el color del pelo, y se descubre asimismo la carne viva,
11 es lepra crónica en la piel de su cuerpo; y le declarará inmundo el sacerdote, y no le encerrará, porque es inmundo.
12 Mas si brotare la lepra cundiendo por la piel, de modo que cubriere toda la piel del llagado desde la cabeza hasta sus pies, hasta donde pueda ver el sacerdote,
13 entonces éste le reconocerá; y si la lepra hubiere cubierto todo su cuerpo, declarará limpio al llagado; toda ella se ha vuelto blanca, y él es limpio.
14 Mas el día que apareciere en él la carne viva, será inmundo.
Isaías
1. 4-6
4
¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos
depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron
atrás.
5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
5 ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
6 Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
La
Lepra: Enfermedad
de la piel, en la cual comenzaba como una erupción pero luego se comía la
dermis y la epidermis de la piel, la misma se esparcía por el resto del cuerpo.
Esta enfermedad era hedionda, podría la piel por lo que se tenía que apartar al
afectado por cuanto contaminaba.
El
Pecado: aparece
como consecuencia de la desobediencia de Adan y Eva, enfermedad antigua que se
acrecienta en el presente y que las consecuencia van mas alla de aislarnos, el
destino final es la muerte eterna.
I. Las características del pecado.
Si
una persona pensaba que tenía lepra, debía ir al sacerdote para que le
examinara. Nótense las características de la lepra y cómo es un cuadro del
pecado:
A.
Es
más profundo que la piel (v. 3).
La
lepra no era sólo una erupción superficial; era mucho más profunda que la piel.
¡Cuán parecido al pecado! El problema no está en la superficie. Mucho más
profundo que la piel, el problema yace en la naturaleza pecadora humana. La
Biblia no tiene nada bueno que decir respecto a la carne (la vieja naturaleza),
porque nuestra naturaleza pecadora es la fuente de muchos de nuestros
problemas. Los pecadores no pueden cambiar con remedios superficiales;
necesitan el cambio de sus corazones. Véanse Jeremías 17.9; Romanos 7.18; Salmo
51.5y Job 14.4.
B.
Se
esparce (v. 7).
La
lepra no era una llaga aislada en alguna parte del cuerpo; tenía una manera de
esparcirse y contagiar a todo el cuerpo. El pecado también se esparce: empieza
con un pensamiento, luego sigue un deseo, después un acto, luego los terribles
resultados (Stg 1.13–15). Lea 2 Samuel 11 y vea cómo el pecado se diseminó en la
vida de David: dejó su ejército cuando debería haber estado luchando; permitió
que sus ojos se fijaran en la mujer de su prójimo; codició; cometió adulterio;
mintió; emborrachó a Urías, su prójimo; y por último asesinó al hombre.
C.
Contamina
(vv. 44–46).
Esto
significa, por supuesto, impureza ceremonial; a los leprosos no se les permitía
participar en los servicios religiosos. Se les obligaba a marcarse como
leprosos y a gritar: «¡Inmundo! ¡Inmundo!», para advertir a los que le
rodeaban. Cualquiera que tocaba a un leproso también quedaba contaminado. Esta
es la tragedia del pecado: ensucia la mente, el corazón, el cuerpo y todo lo
que toca. Un pecador puede contaminar a
toda la casa; piense en Acán (Jos
7). Jamás ninguno fue más limpio por el pecado, porque el pecado es el
gran contaminador de la humanidad.
D.
Aísla
(v. 46). «Habitará solo».
Qué
palabras tan tristes. «Fuera del campamento», en el lugar de rechazo era el
único sitio para el leproso. El pecado siempre aísla a las personas. Les separa
de su familia, amigos y, finalmente, de Dios. Cuando Cristo fue hecho pecado por nosotros clamó: « ¿Por qué me has
abandonado?» El pecado separa a las personas de Dios; y en esto consiste el
infierno.
E.
Destina
a las cosas para el fuego (v. 52).
Cualquier
prenda de vestir que se hallaba contaminada con lepra debía quemarse. Hay un
solo lugar para el pecado y ese es en el fuego del juicio. Jesús describe el
infierno como un lugar donde el fuego nunca se extingue (Mt 9.43–48). Es triste pensar en millones de «leprosos espirituales» que se
consignan al fuego eterno del juicio debido a que nunca han confiado en Cristo
como su Salvador. ¡Cuán importante es que le digamos al mundo las buenas nuevas
del evangelio! La gente puede reírse del pecado, excusarlo, o tratar de
disculparlo, más para Dios el pecado es serio. Nótese en Isaías1.4ss el uso que el
profeta hace de la lepra como un cuadro del pecado.
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