sábado, 8 de octubre de 2016

Profeta Daniel



Daniel


Sinopsis del Antiguo Testamento es un estudio sintético de cada uno de los libros del Antiguo Testamento: Se examina el propósito de cada libro, quién fue el autor, cuándo y a quiénes se escribió.  Se identifica cuál es el mensaje de cada libro y cómo se relaciona este con los demás.  La meta de esta materia es darle al alumno un concepto panorámico de la Biblia. 

DANIEL: DE CAMINO AL FUTURO
por Ray C. Stedman

Casi todo el mundo lee el libro de Daniel con un sentimiento de admiración y anticipación porque este libro normalmente se considera un libro profético que nos anuncia el futuro y esto es cierto. El libro de Daniel, juntamente con el de Apocalipsis, expone de manera maravillosa los acontecimientos futuros tal y como Dios los ha ordenado en el programa de la historia. Este libro no se ha cumplido aún ni mucho menos, ni tampoco el de Apocalipsis. Estos dos libros, uno de ellos del Antiguo y otro del Nuevo Testamento, se complementan el uno con el otro de modo extraordinario en lo que se refiere a su simetría y su armonía. El libro de Apocalipsis explica el libro de Daniel, que establece la base del libro de Apocalipsis. Si desea usted conocer qué plan tiene Dios para el futuro, es esencial que entienda usted este libro de Daniel.

Pero el conocimiento acerca del futuro puede ser algo muy peligroso. Imagínese usted lo que sucedería si alguno o todos nosotros poseyésemos la habilidad para saber lo que iba a suceder durante los próximos días. Piense en la gran ventaja que nos concedería eso en la bolsa, a la hora de comprar un seguro y en otros asuntos prácticos de la vida. Dios no nos expone el futuro de manera general, , al menos no de un modo detallado y por supuesto que no nos dice lo que va a pasarle a una persona concreta en el futuro. Pero lo que sí nos muestra en las escrituras proféticas es la tendencia general de los acontecimientos y a dónde irá a parar todo esto. Cualquier persona que investigue este aspecto cuidadosa y detenidamente, además de examinar lo que dicen las Escrituras, descubrirá cosas que son importantes y que le serán de ayuda acerca de lo que está pasando hoy en nuestro mundo. Todo lo que está sucediendo pasa conforme a los propósitos que tiene Dios para la tierra. Todo lo que acontece terminará exactamente tal y como Dios nos lo había anticipado. Podemos entender lo que está sucediendo en nuestros días si sabemos en qué consiste el programa profético. Dios ha tomado dos medidas de precaución en lo que se refiere a desvelar el futuro. Para empezar ha envuelto estos pasajes proféticos en un lenguaje simbólico y nos los ha transmitido en forma figurada. Por eso es por lo que aparecen cosas extrañas en estos libros proféticos, extrañas bestias que tienen varias cabezas y cuernos que salen de ellas, así como toda clase de imágenes y de visiones indescriptibles. Lo mismo sucede con el libro de Apocalipsis, en el que aparecen extrañas bestias con una combinación de extraordinarias características.

Estas cosas siempre han dejado a la gente perpleja. No es posible sentarse a leer el libro de Daniel y el de Apocalipsis, leerlos enteros y entenderlos como si estuviésemos leyendo una novela. Es preciso estudiarlos, tomando toda la Biblia para interpretar los símbolos que aparecen en los libros de Daniel y de Apocalipsis. Esta es una de las curiosas cerraduras que Dios ha provisto a fin de evitar que las mentes curiosas se adentren en estos libros sin tener un conocimiento adecuado del trasfondo de las Escrituras. No es posible entender lo que sucede en estos libros sin saber antes mucho acerca del resto de la Biblia. Estas cosas simbólicas son señales que han sido establecidas por Dios, y señales que nos han sido dadas para que entendamos los hechos que de lo contrario permanecerían ocultos. El plan de Dios con respecto al futuro está oculto a nuestros ojos, hasta que dedicamos el tiempo necesario a entender estas señales y estos libros están llenos de señales.

Una segunda precaución que ha tomado Dios con respecto al libro de Daniel, y aun de manera más especial con el de Apocalipsis, es que no nos introduce a la sección profética de entrada, sino que primero hace que tengamos que leer seis capítulos a fin de que podamos entender el carácter moral que requiere que tenga el lector antes de que comience a tener sentido el plan profético. En otras palabras, no es posible entender la última sección de Daniel a menos que se haya vivido y entendido lo que implican los seis primeros capítulos. No hay manera humana de entender lo que significa el programa profético a menos que antes tengamos muy claro lo que quieren decir las lecciones morales de la primera parte del libro. Aquí no es posible hacer trampa. No se puede leer de cabo a rabo y a continuación pasar al plan profético con la esperanza de entenderlo porque se encontrará usted con que no le encuentra ningún sentido. Es preciso examinar muy detenidamente estos capítulos iniciales, pensar en ellos y comenzar a actuar conforme a lo que dicen, experimentándolo, antes de que el programa profético cobre vida. En eso consiste la gloria del libro de Dios. No se puede entender solo de manera intelectual.

Puede usted sentarse con un resume profético de los libros de Daniel y de Apocalipsis, trazar esquemas y pasar tiempo explicando a la gente todo lo que significan estas cosas y de qué modo el programa de Dios va a funcionar, analizándolo hasta el más mínimo detalle, pero a menos que haya incorporado usted estas lecciones de la primera parte del libro a su propia vida, no encontrará en ellos nada que pueda enriquecer su vida.
El mismo Señor Jesús deja esto claro en el discurso que pronunció en el Monte Olivet, cuando sus discípulos le pidieron que nombrase las señales que habrían de venir y cuál sería el símbolo de su regreso a la tierra. Jesús dijo: "Por tanto, cuando veáis establecida en el lugar santo la abominación desoladora, de la cual habló el profeta Daniel...entonces los que estén en Judea huyan a los montes... (Mat. 24:15, 16) "Salid de la ciudad de Jerusalén, porque allí sucederán cosas que afectarán enormemente a las personas que vivan en esa región.

Entonces habrá llegado el momento de huir de la ciudad, porque la gran tribulación estará sobre vosotros.

Cuando dijo: "cuando veáis establecida en el lugar santo la abominación desoladora añadió en un paréntesis estas palabras "el que lea entienda. Es decir, no leáis superficialmente el libro de Daniel, meditad detenidamente en lo que dice. Examinad a fondo su mensaje. Es preciso que entendamos de qué está hablando a fin de que podamos reconocer la abominación desoladora cuando aparezca. Por eso es por lo que el Señor continua diciendo que el mundo, con su enfoque superficial de la verdad, no entenderá lo que está pasando cuando se diga "paz, paz, paz porque no habrá paz, sino que la destrucción repentina caerá sobre ellos y serán arrasados como fueron arrasadas las gentes en los días de Noe cuando vino el diluvio.

Todo esto es una advertencia para que nos tomemos muy en serio lo que dice el libro de Daniel y para que nos esforcemos en entender la estructura de este libro al ahondar en él. Este libro se divide sencillamente en dos partes, como ya he sugerido. Los primeros seis capítulos son una historia acerca del mismo Daniel y sus amigos en la tierra de Babilonia, que era hombres fieles en un mundo hostil.

Permítame decirle que no hay ninguna sección de las Escrituras que sea de más ayuda a una persona que esté intentando vivir la vida cristiana en un ambiente difícil, que estos primeros seis capítulos de Daniel. Si está usted trabajando en una compañía, rodeado de una multitud impía que cada dos por tres toma el nombre de Dios en vano, que se ríe de las cosas de Dios, mostrando poco interés en lo que Dios le está diciendo a la humanidad, entonces le sugiero que lea detenidamente el libro de Daniel.

Los seis primeros capítulos han sido escritos para ti si eres un adolescente que estudias y estás constantemente rodeado por aquellos que parecen no tener el menor interés en saber cómo es Dios o en las cosas de Dios. Daniel y sus amigos eran ellos mismos adolescentes al principio de ser llevados cautivos por Nabucodonosor y de ser trasladados a la tierra de Babilonia. Al comenzar su carrera de fe, lo hicieron con una falta total de entendimiento de lo que era la vida y con todas las inseguridades de los adolescentes en un ambiente hostil. En los primeros seis capítulos el libro relata las presiones que tuvieron que soportar al defender su fe en medio de un ambiente realmente muy difícil.

En el capítulo 1 los jóvenes se enfrentan con la necesidad de cambiar su dieta alimenticia. Normalmente, no habría nada de significativo en ese hecho. Muchos de nosotros podríamos soportarlo, posiblemente con frecuencia, pero a estos jóvenes ya les ha dicho Dios lo que no deben de comer y precisamente aquellas cosas que les ha dicho que no deben de comer son las que se les exige que coman como prisioneros en el palacio del rey de Babilonia.

¿Qué tenían que hacer al respecto? El rey era el tirano más poderoso que jamás haya vivido en la tierra. La Biblia misma deja constancia de que no hubo ningún rey antes de Nabucodonosor ni habría ningún otro rey después de él que pudiese igualarle en autoridad. No había límite alguno a sus deseos porque su palabra era ley. 

Podía quitarle la vida a un hombre en cualquier momento. Más adelante, durante su reinado, les quitó la vida a los hijos del rey de Judá mientras su padre contemplaba cómo lo hacían y a continuación hizo que le sacaran los ojos al padre. Otro hombre fue quemado en un fuego lento. Este rey era experto en torturas. Por lo tanto, estos jóvenes adolescentes, que se enfrentan a esta prueba, sabían que o bien se sometían a las exigencias del rey o se exponían a perder la vida.

¿Qué podían hacer? Sintieron toda la presión y escucharon todos los argumentos que ya conocían y que actualmente puede oír cualquiera para que dejen de portarse conforme a su fe. No hay duda de que oyen el argumento, bajo la forma que adoptase en aquellos días. "Cuando estés en Roma haz como hacen los romanos. "Todo el mundo lo está haciendo, ¿qué diferencia hace lo que comas? ¿Qué pasa si os tomáis un bocadillo de jamón con los babilonios? ¿Qué diferencia hay? Después de todo, se encontraban prisioneros en un país lejano a su hogar y su ciudad había sido destruida. ¿Quién se iba a enterar, a quién le iba a importar, lo que hiciesen?
Sienten la presión, pero estos jóvenes se mantienen firmes y Dios los honra por ello. Dios les concede la gracia de soportar a pesar de la presión ejercida sobre ellos y, como resultado, son exaltado y colocados en posiciones de autoridad y de responsabilidad en el reino. Hallamos en todo el libro la historia de la presión repetida.

En el capítulo 2 hallamos parte del motivo por qué estos jóvenes se tuvieron que someter a esta clase de prueba. Se ve más claramente aquí, en la historia de la gran visión en un sueño acerca del rey Nabucodonosor. Una noche el rey sueña acerca de una gran imagen de un hombre que tiene un extraño cuerpo. Tenía la cabeza de oro, los hombros de plata, la parte central del cuerpo de bronce, las piernas de hierro y los pies de una mezcla de barro y de hierro, pero se olvida de lo que ha soñado. Llama a los hombres sabios y les pide que les interprete el sueño, pero también que le digan lo que ha soñado. (Me he preguntado con frecuencia si este no fue el principio de la canción popular "dime lo que has soñado y te diré lo que yo he soñado.) Los astrólogos, los adivinos y los hechiceros de Babilonia son incapaces de encontrar la solución. Evidentemente, si el rey no puede decirles lo que ha soñado, ellos no pueden inventarse una interpretación, por lo que las vidas de estos hombres corren peligro.

Daniel se encuentra en medio de aquella situación y una vez más el hombre de Dios se ve presionado y amenazado de muerte si no se adapta.

Pero una vez más el hombre de Dios sale airoso, como le sucede siempre que está dispuesto a ser fiel y a obedecer a Dios a pesar de las presiones porque Dios predomina en los asuntos de los hombres y la vida no la decide nunca las meras presiones superficiales. El resultado que parece lógicamente inevitable al enfrentarnos a una situación no es necesariamente el resultado que se producirá si confiamos en un Dios invisible que gobierna los asuntos de los hombres y esa es la gran lección de todo este libro. Lo encontramos maravillosamente expresado por Daniel en su oración a Dios en el capítulo 2:

"¡Sea bendito el nombre de Dios desde la eternidad hasta la eternidad! Porque suyos son la sabiduría y el poder. El cambia los tiempos y las ocasiones; quita reyes y pone reyes. Da sabiduría a los sabios y conocimiento a los entendidos. El revela las cosas profundas y escondidas; conoce lo que hay en las tinieblas, y con él mora la luz. (2:20-22) Si está usted en contacto con un Dios así, no tiene usted que preocuparse por lo que esté haciendo la multitud. Porque ese Dios puede ocuparse de usted y puede resolver su situación por muy imposible que parezca. Esa es exactamente la historia de Daniel, repetida cinco veces diferentes en los primeros seis capítulos.

Y Dios le concede a Daniel y a sus amigos el privilegio de obligar al hombre más poderoso de la tierra a reconocer el gobierno supremo de Dios. ¿Sabe usted que esta es la postura que debiera adoptar todo cristiano en la actualidad? El mundo vive con la idea de que no existe Dios, o que si existe no tiene ningún poder real porque no hace nada, no cambia la historia, no afecta a las vidas humanas. No participa en las situaciones para hacer una diferencia en ellas. Es un gran anciano que está allá en el cielo, en alguna parte, que no afecta a nada de lo que pasa aquí abajo. Esa es la filosofía del mundo.

Pero cada creyente se encuentra en una situación en la que si anda de manera fiel, si obedece a lo que Dios ha mandado a pesar de las presiones ejercidas sobre él, se le concede el privilegio de abrirle los ojos a los hombres sobre el hecho de que Dios existe, no está muerto, y está participando en los asuntos de los hombres y tiene un poder con el que hay que contar.

En el capítulo 3 encontrará usted el relato del horno de fuego. A los jóvenes se les manda que se inclinen ante la imagen que Nabucodonosor ha erigido, pensando con orgullo en la imagen que vio en el sueño que tuvo. Debido a que le fue dicho que él representaba a la cabeza de oro, que era el rey más importante del mundo, su orgullo hizo que se encumbrase, haciendo que se construyese una imagen en la planicie. Era una imagen inmensa, tan alta como algunos de nuestros cohetes que disparamos hacia el cielo, y toda la multitud está reunida en la planicie, con estos tres hombres entre ellos.

Se les ordena a todos que se inclinen y adoren a la imagen. A fin de animarles, se construyó un gran horno de fuego al otro lado de la planicie, y se les dice que si no se inclinan, allí es donde acabarán. Esa es una enorme presión para que la tengan que soportar estos jóvenes y además tienen algunos estímulos más. ¡Hay una banda, y qué banda! Aquí se mencionan los instrumentos, que son una corneta, una flauta, una cítara, una lira, un arpa, la zampoña y todo instrumento de música y todo el mundo se inclinaba y adoraba a la imagen, a excepción de estos tres jóvenes.

Cuando son conducidos ante la presencia de Nabucodonosor, él les ordena que se inclinen. Y entonces es cuando pronuncian estas maravillosas palabras: "Oh, Nabucodonosor, no necesitamos nosotros responderte sobre esto. (3:16) No están siendo impertinentes, lo que quieren decir es que no necesitan ningún tiempo para pensarse la respuesta. "No necesitamos consejo, sabemos lo que decir.

"Si es así, nuestro Dios a quien rendimos culto, puede librarnos del horno de fuego ardiendo y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no..." (3:17)

Estas son palabras de fe: "y si no. "Nuestro Dios puede, pero no conocemos la mente de Dios. Sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos y sus caminos son diferentes a los nuestros. Puede que no lo haga, pero incluso aunque no lo haga:

"...que sea de tu conocimiento, oh rey, que no hemos de rendir culto a tu dios ni tampoco hemos de dar homenaje a la estatua que has levantado." (3:17-18)

Estos son jóvenes que han aprendido que hay cosas más importantes que hacer en la vida. Es mejor estar muerto y ser obediente a Dios que estar vivo y ser desobediente a él. Es mucho más provechoso a una persona interesada caminar con Dios al precio de su propia vida, que ser desobediente a lo que Dios ha dicho. Dios nunca le deberá nada a ningún hombre, por lo tanto, él les concede un gran honor a estos jóvenes. Como resultado, salen del horno sin ni siquiera oler a humo. Ya conocen la historia. ¡Qué relato tan extraordinario!
Y en el capítulo 4 tenemos la conversión de Nabucodonosor. ¿Sabía usted que todo el capítulo es el testimonio del rey más importante q ue jamás haya vivido y el más grande tirano que jamás haya gobernado? Es la historia de cómo Dios quebrantó el orgullo que tenía en su corazón, le humilló y le dejó guiarse por su orgullo y el resultado fue el mismo que siempre se produce cuando las personas se dejan llevar por su orgullo: la locura. Salió al campo y se puso a comer la hierba de los campos durante siete años. Su trono fue conservado, pero él se portó como un animal. Esto es lo que siempre le sucede al hombre que prefiere caminar sin tener comunión con el Dios vivo. Se convierte en una especie de animal, como una bestia, con la mente embrutecida y el rey Nabucodonosor se volvió una especie de animal.

A continuación el rey cuenta de qué modo le fue restablecida la razón por la gracia de Dios y su palabra final en este capítulo es un gran testimonio de fe, de cómo Dios le humilló y le hizo volver:

"Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey de los cielos, porque todas sus obras son verdad y sus caminos son justicia. El puede humillar a los que andan con soberbia." (4:37)

¿Quién hizo que llegase a esto? Humanamente hablando, fueron Daniel y sus amigos, cuatro jóvenes que fueron usados por Dios para ganarse el corazón del rey más importante del imperio más grandioso que jamás ha visto el mundo hasta hoy.

Veamos ahora lo que dice el capítulo 5. Aquí tenemos la historia de la escritura sobre la pared, la conocida historia del rey Belsasar. Observe cuidadosamente el lujo, el libertinaje y la codicia de este reino, un reino que se estaba degenerando y deteriorando, pero en medio de esa situación Daniel, que había vivido en tres imperios, sigue siendo el primer ministro. Dios le usa para interpretar la extraña figura de la mano que aparece y escribe en la pared, que no es otra cosa que el juicio de Dios sobre aquel reino licencioso. Esto expone claramente la tesis de este libro, que Dios está obrando e interviniendo en los asuntos de los hombres y cualquier hombre que quiera ver más allá de las cosas que se ven a las que no se ven, y actúe conforme a ello, se encontrará con que Dios está con él, apoyándole y fortaleciéndole durante todo el camino, haciendo que le alabe y le de gloria.
El capítulo 6 trata acerca del foso de los leones y es la misma historia contada de otra manera. Dario echa a Daniel al foso de los leones, pero Dios envía a su ángel a cerrar las bocas de los leones y a Daniel le sacan de allí, habiendo sido librado por la mano de Dios.

En el capítulo 7 comienza la sección profética, comenzando con la visión de las cuatro bestias. Resulta interesante que estas cuatro bestias cubran el mismo período de tiempo que las cuatro divisiones de la imagen que había contemplado Nabucodonosor en el capítulo 2. Esa imagen tenía una cabeza de oro, que simbolizaba el reino babilonia; los hombros de plata, que simbolizaba el medo-persa; el tronco de bronce simboliza el imperio griego y las dos piernas de hierro representan las dos divisiones del Imperio Romano; y terminan por fin con un reino deshecho, caracterizado por los pies de una mezcla de hierro y barro. Este gran pasaje profético nos ofrece un compendio de los días de Daniel y va incluso más allá de nuestros tiempos, al fin de los tiempos y al regreso de Jesucristo. Porque mientras el profeta lo contempla, ve una piedra cortada sin una mano golpear a la imagen en los pies, destruyéndola y se convierte en una gran montaña que llena la tierra. Esto es claramente una imagen del imperio de Dios y del regreso de Jesucristo.

En el capítulo 7 tenemos, pues, a las cuatro bestias que representan a los mismos reinos, pero desde el punto de vista de Dios. No son otra cosa que bestias que gruñen, luchan y pelean unas con otras. Creo que el Dr. Scoffield hace notar que todos los símbolos de las naciones modernas son representaciones de pájaros o de bestias de presa. Nuestra propia nación está simbolizada por el águila, que es un pájaro de presa. El imperio británico es un león, Rusia es un oso. El profeta ve a estas naciones luchando juntas culminando con el poderoso reino de un solo individuo sobre todo el mundo occidental.

A continuación, tenemos en el capítulo 8 el movimiento de la historia occidental. Se reúnen el carnero y el macho cabrío y esta es una imagen, como se nos dice más adelante en el capítulo 11, de la conquista de Alejandro Magno y el surgimiento del reino de los seleucidas en Siria, en oposición al de los ptolomeos en Egipto. Estas dos familias ocuparon el centro de la historia siglos después de esto, luchando entre Siria y Egipto, con la pequeña nación de Israel entre medias. La batalla continua interminablemente y en la actualidad Israel sigue siendo la nación en la que más guerras ha habido en la historia. Han tenido lugar más batallas en la tierra de Israel que en ninguna otra parte sobre la faz de la tierra y es precisamente en esa misma región donde habrá de suceder la última gran batalla, la batalla de Armagedon, que aún ha de tener lugar.

En medio de todo esto, en el capítulo 9, encontramos la maravillosa oración de Daniel que expresa sinceramente ante Dios lo que siente en su corazón, en la última sección del capítulo, que es una de las más asombrosas profecías en toda la Biblia: la profecía de las setenta semanas. Este es la guía de las profecías en lo que se refiere a la nación de Israel. Nos ofrece el principio de lo que se llama "el gran paréntesis, Dios ha interrumpido su programa por amor a Israel y ha colocado entre la primera y la segunda venida del Señor Jesús la época en la que actualmente vivimos.

Este período indeterminado, que ya ha durado más de novecientos años, se produce entre la semana sesenta y nueve de años y la setenta de la profecía. La semana setenta, una semana de siete años, todavía está por cumplirse con respecto a Israel. Al leer sobre ello, verá usted que eso es lo que llama el libro de Apocalipsis y otros pasajes proféticos "la gran tribulación el tiempo de la aflicción de Jacob. Y esto aún no ha sucedido, ha sido interrumpido al llegar a la semana sesenta y nueve y está todavía por cumplirse.

El capítulo 10 presenta las cosas invisibles, que se ocultan tras las cosas que se ven. Esta es otra gran revelación del gobierno soberano de Dios en los asuntos de los hombres y es la explicación de los acontecimientos de la historia. ¿Qué es lo que causa todo lo que sucede actualmente? Hay fuerzas invisibles que están operando y estas fuerzas son claramente reveladas a Daniel aquí.

El capítulo 11 es uno de los capítulos más asombrosos de la Biblia por el hecho de contar profecía que, en gran parte, se ha cumplido ya con todo detalle. En el se anuncia la lucha entre el rey de Siria y el de Egipto, que tuvo lugar después de los tiempos de Daniel. Esto se ha cumplido, tanto desde el punto profético como el histórico. Estos acontecimientos históricos se describen con todo detalle y abarcan trescientos o cuatrocientos años de historia. Puede usted ver que las profecías se han expuesto exactamente conforme al patrón que sigue en la historia. Entre otras personas muy destacadas, aparece Cleopatra en este capítulo, hablando sobre ella de manera profética.

Cuando llegue usted al capítulo 11, versículo 36, verá que se produce una interrupción notable. La introduce el versículo anterior, en el que el ángel le dice a Daniel:

"Algunos de los sabios caerán para ser purificados, limpiados y emblanquecidos hasta el tiempo señalado; porque aún no hay plazo para estos." (11:35)

Aquí comienza un pasaje que trata acerca de la semana septuagésima de Daniel que todavía está por cumplirse, el tiempo del fin, los últimos días, el arreglo definitivo de los reinos de la tierra justo ante del regreso de Jesucristo. Este asombroso pasaje predice una invasión de Palestina y una contra invasión de Egipto en el sur y a continuación la reunión de dos grandes ejércitos en la tierra de Israel y finalmente la destrucción de estos ejércitos en las montañas de Israel. Esto también se describe claramente en los capítulos 38 y 39 de Ezequiel y en el segundo capítulo de Joel y hallará usted además otras referencias proféticas sobre ello.

El principio del capítulo 12 nos presenta el más importante acontecimiento de la historia que todavía no se ha cumplido: la venida de Jesucristo. Aquí no se menciona como tal, pero esto es lo que oye Daniel:
"En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está del lado de los hijos de tu pueblo [Israel]. Será tiempo de angustia, como nunca fue desde que existen las naciones hasta entonces. Pero en aquel tiempo tu pueblo será librado, todos aquellos que se encuentren inscritos en el libro." (12:1)

A esto sigue una resurrección:

"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y eterno horror." (12:2)

Y el juicio final de Dios:

"Los entendidos resplandecerán con el resplandor del firmamento; y los que enseñan justicia a la multitud, como las estrellas, por toda la eternidad." (12:3)

...a continuación se le da a Daniel una señal de cuándo habrá de suceder esto:

"Pero tú, oh Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de un lado para otro y se incrementará el conocimiento." (12:4)

Muchos eruditos bíblicos entienden que esto es una indicación de que al acercarnos a los tiempos del fin, los transportes y el conocimiento aumentarán rápidamente de la misma manera que ha sucedido en nuestro propio tiempo.

Hay una cosa más que es importante en relación con este último capítulo. Daniel hace ciertas preguntas al ángel que le ha revelado esto, y entonces se le da a entender dos grandes principios que operan en la vida humana. Usted y yo oímos con frecuencia a personas que discuten sobre lo que está sucediendo en el mundo con comentaristas de los periódicos y otras personas que están constantemente presentándonos informes de cosas terribles. La gente dice con frecuencia: "¿Qué está pasando? ¿Está el mundo yendo de mal en peor o va cada vez mejor?

Por un lado, oirá usted a personas describir cosas de tal modo que usted tenderá a decir: "la verdad es que el mundo va de mal en peor. Entonces alguien contesta: "No, no es así. Tenga usted en cuenta esto y lo otro. Estoy convencido de que el mundo está mejorando. Estamos progresando. Pero el libro de Daniel deja perfectamente claro que nunca entenderemos la palabra y la obra de Dios hasta que no creamos en estos dos principios. Porque en el versículo diez del capítulo 12 se le dice a Daniel:

"Muchos serán limpiados, emblanquecidos y purificados [lo bueno mejorará]; pero los impíos obrarán impíamente y ninguno de ellos entenderá [pero el mal empeorará]; pero los sabios, sí entenderán." (12:10)
Jesús dijo que la buena semilla había sido sembrada, pero el enemigo había venido y había sembrado cizaña entre el trigo. "Dejad que ambos crezcan juntos dice "hasta la cosecha. (Mat. 13:30) Creo que esto es ciertamente verdad en la historia. En la actualidad el mal es peor de lo que jamás lo ha sido. Es más sutil, más demoniaco, más satánico, más difícil de detectar de lo que jamás lo ha sido en la historia humana, pero el bien es además mejor de lo que lo ha sido antes, el bien es más poderoso. Su efecto sobre la sociedad humana en relación con el mal que la rodea es superior a lo que jamás ha sido.

Estos dos principios están actuando en la sociedad humana, pero ninguno de los dos vencerá al otro. El bien no va a ser tan triunfante que el mal acabe por desaparecer, como se creyó al comienzo de este siglo. Ni tampoco va a ser el mal tan poderoso que acabe por desaparecer el bien. Ambos terminarán enfrentándose en un gran conflicto, y en toda la Biblia ha quedado constancia de que en un momento concreto de la historia Dios volverá a intervenir en los asuntos humanos. Acerca de esta confrontación definitiva de la sociedad humana se le dice a Daniel:

"¡Bienaventurado el que espere y llegue hasta 1.335 días! Pero tú, continúa hasta el fin, y descansarás y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días." (12:12-13)

Aquí tenemos palabras proféticas de Helmut Thielicke, catedrático y director de la Universidad de Hamburgo en Alemania.

Puede que nosotros los hombres hagamos lo que queramos. Puede que venga Nabucodonosor (y Genghis Khan y Mao Tse-tung) pero ninguno de ellos puede dar al traste con los planes de Dios, sino más bien cumplirlos, incluso en contra de la voluntad de estos hombres. Aunque lo que escuchamos en la actualidad son tonos menores y melancólicos, lo que se sigue interpretando aún es la sinfonía de Dios y se interpretará hasta el final. Es posible que los tonos individuales crean saberlo todo, puede que quieran imponerse y hacer las cosas a su manera, pero todos ellos han sido compuestos para formar parte de una partitura en la que solo Dios manda y en la que todo se escucha desde el punto de vista celestial, y que tiene su sucesión en los tonos de Dios que concluyen con este acorde final. Los ricos del mundo se encuentran en el proceso de ir, pero el reino de Dios está en proceso de venir. No crea usted para nada que sea posible que haya nadie que se pueda librar de servirle, aunque renuncie diez veces a Dios. Incluso en la extrema perversión de la autoridad, como en la tiranía de un estado totalitario, los hombres se ven obligados, a pesar de ellos mismos, a conservar el remanente del orden establecido por Dios y nunca conseguirán, de manera consistente, endemoniar o arruinar su mundo. Dios dice: "Yo que tengo el poder de todo el mundo y el espacio, ¿no seré capaz de cercar tu vida insignificante, de escuchar a tus preguntas, tus quejidos y desenredar las enredadas madejas de vuestras amenazas?

Nº de Catálogo 227
Daniel
27 de Febrero, 1966
Vigesimoséptimo Mensaje

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Profeta Daniel



Daniel


Historia del Antiguo Testamento presenta un análisis literaria que reconoce que el Antiguo Testamento mismo manifiesta ser más que el relato histórico de la nación judía. Tanto para judíos como para cristianos, es la Historia Sagrada que descubre la Revelación que Dios hace de Sí mismo al hombre y en él se registra no solo lo que Dios ha hecho en el pasado, sino también el plan divino para el futuro de la humanidad.

Capítulo XXI
Daniel— hombre de estado y profeta 

Eminente entre los judíos exiliados en Babilonia, Daniel como hombre, ganó la dual distinción de ser un político y un profeta. Elevándose de la servidumbre a la situación de hombre de Estado, prosperó en el liderazgo político, bajo los gobernantes medo-persas por más de seis décadas. Entre­mezcladas en el libro que lleva su nombre, están las experiencias personales de Daniel al igual que sus revelaciones proféticas concernientes a futuros acontecimientos.

Daniel nació en el reino de Judá, durante el reinado de Josías y fue, probablemente, en sus primeros años cuando fue llevado cautivo, en el 605 a. C. En los comienzos del capítulo que abre su libro, refleja las convicciones religiosas de Josías y Jeremías que, ciertamente, tuvieron que haberle influenciado a él y a otro joven judío de su tiempo.

Aunque las esperanzas de Judá para que continuase su independencia pudieron haber resurgido con la caída de Nínive, ellas fueron bruscamente deshechas cuando Josías fue muerto en Meguido (609). Judá se convirtió en subdito de Egipto poco después, y el faraón Necoa colocó a Joacim en el trono. Con la batalla de Carquemis (605) la denominación, egipcia cedió al control de Babilonia. Los intentos de Joacim de sumisión a Nabucodonosor tuvo que haber sido una sorpresa para Daniel y sus compañeros, que fueron tomados como rehenes a la capital de Babilonia.

La familiaridad de Daniel con las lenguas hebrea y aramea se hace apa­rente en sus escritos.[3] Peculiar de este libro es el tener el más extenso pasa­je en lengua aramea de todo el canon del Antiguo Testamento.

Una popular característica de Daniel es la doble división mediante la cual se designan los primeros seis capítulos como históricos y los seis fina­les como profetices. Es digno de notar que en, los primeros, Daniel se refiere a sí mismo en tercera persona, y actúa como el agente de la revelación. En los últimos capítulos escribe en primera persona, registrando mensajes pro-féticos revelados a él de forma sobrenatural.

Dando énfasis a los aspectos profetices, el libro de Daniel conduce por sí mismo al análisis siguiente:

A. Introducción histórica 1:1-21
B. Los reinos gentiles    2:1-7:28
C. La nación de Israel 8:1-12:13

Este bosquejo tiene en cuenta su composición bilingüe. El pasaje ara-meo (2:4b—7:28) tiene un mensaje de especial interés para las naciones pa­ganas, indicando su orden de sucesión, carácter y destino. Los capítulos es­critos en hebreo, enfocan la atención sobre el papel particular de Israel en los acontecimientos internacionales.

Para un estudio inicial del libro de Daniel, la perspectiva histórica es esencial. Las variadas revelaciones que proceden de Daniel, son consecutivas a la luz de los acontecimientos contemporáneos. Para situar el libro en su dispositivo histórico, puede ser útil el siguiente análisis cronológico:

I. El reino de Nabucodonosor
Los judíos cautivos en la corte 1:1-21
Daniel y el sueño del rey 2:1-49
Los tres amigos en juicio 3:1-30
La humillación del rey 4:1-37
II. La era Nabónido-Belsasar
La bestial naturaleza de los reinos 7:1-28
Los reinos identificados 8:1-27
En la víspera de la caída de Babilonia 5:1-30
III. En los tiempos medo-persas
La preocupación de Daniel por su pueblo 9:1-27
Sobre el juicio por su religión 5:31-6:28
La revelación final de Daniel      10:1-12:13

Durante el reinado de Nabucodonosor

Entre los rehenes tomados en Jerusalén, estaban Daniel y sus tres ami­gos, Ananías, Misael y Azarías. Seleccionados para un entrenamiento espe­cial en el colegio real, estos judíos jóvenes se encararon al problema de la profanación, cuando se les ofreció el lujoso menú de la corte pagana.

Daniel como portavoz del grupo, con valentía, aunque cortésmente, ape­ló al mayordomo jefe para proporcionarles un menú de su elección sobre la base de una prueba de diez días. Al final de aquel período, el mayordomo se complació en encontrar a Daniel y sus amigos en mejor salud que sus compañeros. Antes de que pasara el tiempo, se hizo obvio a los supervisores, que aquellos hebreos jóvenes estaban dotados con una extraordinaria destre­za y sabiduría. Cuando fueron entrevistados por el rey, Daniel y sus tres amigos recibieron los más altos honores y fueron reconocidos como muy superiores a todos los otros hombres sabios de la corte real (1:17-21).

La afinidad de la religión y la política tuvo que haber causado una indeleble impresión sobre Daniel. En varias ocasiones, durante el año del acceso al trono de Nabucodonosor, que alcanzó su máximo exponente en la celebración del festival del Día del Año Nuevo, el rey reconoció a los dioses Nabu y Marduc al llevarlos en procesión pública que terminó en el templo de Akitu. Daniel tuvo que haberse quedado perplejo cuando vio a Nabu­codonosor extender sus conquistas en el nombre de aquellos dioses paganos.

Durante el primer año de su reinado, el triunfante Nabucodonosor de nuevo hizo que sus ejércitos marchasen hacia el oeste, exigiendo tributo de los reyes de Siria y Palestina. De particular interés para Daniel tuvo que haber sido la anotación de Joacim en la lista de reyes tributarios y el hecho de que Nabucodonosor hubiese reducido a ruinas a Ascalón, ames de su retorno a Babilonia, a principios del 603 a. C.

El cronista de Babilonia informa poco de la actividad de Nabucodonosor durante su segundo año. Para Daniel, sin embargo, la más interesante ex­periencia, es su aparición personal ante este monarca, el más grande de los de Babilonia (2:1-49).

El rey Nabucodonosor tuvo un sueño que le sumió en la más completa perplejidad. Llamando a todos los hombres sabios de la corte ante su presencia, les pidió que relatasen e interpretasen, dicho sueño. Bajo amenaza de muerte, los sabios, frenéticamente, aunque en vano, imploran del rey que les relate el sueño. Daniel, sabedor del dilema existente, solicita una entrevista con Nabucodonosor. Mientras se hacen los arreglos necesarios, Daniel y sus tres compañeros apelan afanosamente ante Dios que les revele el misterio a ellos. En una visión durante la noche, Dios hace conocer a Da­niel el sueño del rey y su interpretación. Llevado ante la presencia de Nabucodonosor, Daniel le dice que Dios le ha revelado los misterios del futuro del rey.

En su sueño Nabucodonosor ha visto una brillante imagen, con una ca­beza de oro, pechos y armas de plata, vientre y muslos de bronce, piernas de hierro y pies de hierro y barro cocido. Ante él, dicha imagen es aplastada por una piedra, que causa su completa desintegración.

Daniel informa a Nabucodonosor que él es la cabeza de oro a quien Dios ha dado aquel gran imperio. El segundo y el tercer imperios serán inferiores. El cuarto reino representado por el hierro, aplasta a otros reinos, pero la mezcla de hierro y barro cocido en las piernas y pies indica su última división. Eventualmente, Dios establecerá un reino que nunca sera des­truido. Como la piedra que aplasta a la totalidad de la imagen, así este reino terminará con todos los reinos anteriores cuando esté permanentemente establecido.

Tras oír esta interpretación, Nabucodonosor concede honores a Daniel, reconociendo a Aquel que ha revelado su secreto como el Dios de los dioses y el Señor de los reyes. Daniel es elevado a la categoría de gobernador de la provincia de Babilonia y situado a la cabeza de los hombres más sabios. A su demanda, sus tres amigos, cuyos nombres babilónicos eran Sadrac, Mesac y Abed-nego, reciben cargos de responsabilidad en otros lugares de la provincia, mientras que Daniel permanece en la corte real.

Durante el curso de su reinado, Nabucodonosor erige una gran imagen en la llanura de Dura (Dan. 3:1). Esta imagen pudo haber tenido la forma de un obelisco con una base de 270 cms. llegando hasta una altura de 2.700 cms., resplandeciente de oro. En su dedicación, se cita a todo el pueblo, bajo amenaza de muerte, para que se postre en adoración. Cuando los tres amigos de Daniel rehusan el hacerlo, se nota el hecho inmediatamente. Arrestados y llevados ante el rey, son lanzados dentro de un horno encendido. Con gran asombro, el rey pagano observa que los jóvenes no sufren el menor daño y están acompañados por una cuarta persona.[ Cuando se les ordena que salgan fuera, Nabucodonosor confiesa que su Dios les ha liberado y emite un decreto público prohibiendo que nadie hable contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abeb-nego.

La humillación de Nabucodonosor y la restauración (4:1-37) es tan sig­nificativa, que emite un edicto real, relatando su experiencia.[ Reconociendo que Dios le ha humillado y le ha restaurado, reconoce públicamente a Dios como el gobernante de un reino que no tendrá fin.
Nabucodonosor tiene otro sueño que le sume en confusiones. De nuevo llama a los sabios de la corte, esta vez relatándoles lo que ha soñado. Cuan­do los sabios se declaran incapaces de dar una explicación, Daniel también conocido como Beltsasar, es llamado para consultarle. En este sueño, Nabucodonosor vio un árbol extendiéndose hacia arriba hasta los cielos. Era tan gigantesco y fructífero que proporcionaba sombra, alimento y refugio para las bestias y las aves. A su debido tiempo, un santo vigilante de los cielos dio órdenes de talar el árbol, dejándolo reducido a un simple tocón.

Daniel interpreta el sueño de forma siguiente: El árbol representa a Na­bucodonosor como rey del gran Imperio de Babilonia —al ser cortado el ár­bol en pedazos, así Nabucodonosor será rebajado desde su posición real a una bestial existencia por siete períodos de tiempo, hasta que compruebe que él no es supremo. Daniel informa al rey que el decreto proviene del Altí­simo y le advierte que enderece sus pasos por el camino recto, para que su reinado pueda ser prolongado.

Parece que Nabucodonosor ignora este aviso. Bajo su supervisión, la ciudad de Babilonia se convirtió en la más extraordinaria capital de los antiguos tiempos. Murallas macizas con canales rodeaban la ciudad en cuyo interior se conservaban los templos de Marduc e Istar. En la famosa puerta de Istar, leones y dragones de metales resplandecientes marcaban el impre­sionante comienzo de la calle de la procesión que conducía al lujoso palacio real. Para su reina meda, Nabucodonosor construyó los jardines colgantes que los griegos consideraron como una de las siete maravillas del mundo. Jac­tándose de todas aquellas realizaciones, Nabucodonosor es súbitamente ata­cado de licantropía, en juicio divino, privado de su reino y relegado a la vida de las bestias del campo por un período designado como de "siete tiempos". Cuando la razón vuelve a él, es reintegrado al trono. En una pro­clamación oficial, él reconoce que el Altísimo es omnipotente entre todo el ejército de los cielos al igual que entre los habitantes de la tierra, y en alabanza y oración confiesa también que el Rey de los cielos es justo y recto en todos sus caminos y capaz de abatir al orgulloso.

La era Nabónido - Belsasar

Años de la historia de Babilonia pasan en silencio por lo que concierne al libro de Daniel. El magnífico reinado de cuarenta y tres años de Nabucodonosor terminó con su muerte en el 562 a. C. Tras dos años de gobierno de Awel-Marduc, y cuatro de Neriglisar, el imperio de Babilonia llega a su fin, bajo Nabónido (556-539 a. C.). Belsasar, un hijo de Nabónido, cuya identidad con el corregente y administrador del reino babilónico está esta­blecida más allá de toda disputa, se menciona en toes capítulos de Daniel. Los acontecimientos del capítulo 5 están específicamente relacionados con los días finales de Belsasar cuando la ciudad de Babilonia es ocupada por el ejército medo-persa (octubre del 539 a. C.). La fecha exacta de los Capítulos 7 y 8 depende del año en que Daniel fechase el comienzo del reinado de Belsasar, puesto que él fue su corregente con Nabónido. Las tablillas del contrato en donde aparece el nombre de Belsasar están fechadas en el reino de Nabónido. De acuerdo con los registros babilónicos, Belsasar está asociado como corregente con su padre a principios del 553 a. C. En consecuencia, las fechas de los capítulos 7 y 8 en el primero y tercer años del reino de Belsasar, tienen que ser asignados al período de 553-539 a. C.

Los acontecimientos históricos contemporáneos ocurridos durante ei tiempo de Belsasar y Nabónido tienen importancia como fondo para las visiones registradas en los capítulos 7 y 8. Ya había pasado más de medio siglo desde que Daniel claramente identificó a Nabucodonosor como la cabeza de oro, tras cuyo reinado surgiría un reino menor (2). Seguramente Daniel se hallaba completamente consciente del surgir de Ciro, quien tras subir al trono de Persia y Anshan en el 559 a. C., había ganado el control sobre Media (550 a. C.), que a su vez trastornó el equilibrio de poder hasta el punto de poner en peligro a Babilonia. Por el 547 a. C. Ciro había marcha­do con sus ejércitos hacia el noroeste, derrotando decisivamente a Creso en Lidia. A causa de su experiencia política, Daniel tuvo que haber com­prendido bien la subida al poder de Persia mientras que el reino de Babilo­nia se desintegraba bajo los sucesores de Nabucodonosor.

Por aquella época, Daniel tuvo dos visiones en tres años. En la primera visión (7), vio cuatro grandes bestias surgir del mar movido por los cuatro vientos del cielo. Un león con alas de águila, que es derribado mien­tras que se mantiene erecto sobre dos patas, proporciona la mente de un hombre. La segunda es una bestia en forma de oso, erecta con tres costillas en su boca, a quien, se le ordena que devore mucha carne. En la siguiente surge un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas. La cuarta es una bestia no descrita con dientes de hierro para devorar y machacar los residuos de la destrucción. Tres de sus diez cuernos están reemplazados por un cuerno con ojos perecidos a los de un hombre y una boca que devora grandes cosas. Después aparece un trono en el cual se sienta un individuo vestido de blanco y que está identificado como el Anciano de días. Los libros quedan abiertos, el juicio entregado. El cuerpo de la bestia no descrita está marcado por el fuego mientras que el resto de las bestias están desprovistas de su poder. El Anciano de días, entonces, ostenta el dominio sobre todos los reinos y lo entrega a uno "como un hijo de hombre" y establece su reinado permanen­temente.

Daniel se halla perturbado y busca una explicación. En respuesta, es informado de que las cuatro bestias representan cuatro reyes terrenales. Eventualmente los santos del Altísimo poseerán el reino que durará para siempre. La cuarta bestia representa un cuarto reino que se extenderá sobre todo el mundo. Los diez cuernos significan diez reyes, tres de los cuales serán reemplazados por uno que desafía al Altísimo, incluso tentando cambiar los tiempos y la ley. Tras pasados tres períodos y medio, es juzgado y destruido. Los santos del Altísimo se hacen cargo del reino que durará para siempre. Aunque Daniel está grandemente perplejo por el sueño y su interpretación, pondera tales cosas en su mente; tal vez inten­tando relacionarlas con los acontecimientos corrientes.

En el tercer año de Belsasar, Daniel tiene otra visión (8:1-27). Aunque no da el lugar de su residencia en esta ocasión, el lugar de la visión es Susa, a lo largo de las riberas del río Ulai. Esta ciudad estaba bajo control persa y más tarde se convirtió en la importante capital de verano bajo el go­bierno de Darío el Grande (522-486 a. C.).

Ante Daniel, en las orillas del río, aparece un carnero con dos cuernos desiguales. Este carnero permanece tranquilo hasta que es atacado por un, rápido macho cabrío que procede del oeste. Tras de que el último ha des­trozado al primero, el gran cuerno del macho cabrío es roto y reemplazado por cuatro cuernos conspicuos. Fuera de esos cuatro, hay otro cuerno pe­queño que avanza hacia el sur para hollar el santuario por un período de 2.300 días.

Una vez más, Daniel siente el deseo de la clarificación. El ángel Gabriel le informa que esta visión es para el final de los tiempos. El carnero con dos cuernos representa a los reyes de Medo-Persia. El macho cabrío está identificado con Grecia, con el gran cuerno representando al primer rey. Los cua­tro reinados que emergen de Grecia no serán fuertes hasta que un rey po­deroso de gran fortaleza se yerga. Desatará una vasta destrucción de su poder contra el pueblo sagrado y el Príncipe del ejército será súbitamente sin intervención humana.

Daniel queda tan turbado por esta visión que es incapaz de reanudar los negocios del rey durante varios días. Sabiendo que los medo-persas están a punto de absorber al reino de Babilonia, Daniel tiene razón para estar preocupado. La capacidad con la que Daniel sirve al gobierno de Babilonia tras la muerte de Nabucodonosor no está indicada, pero Belsasar se vuelve hacia él en la víspera de su muerte.

Es el año 539 a. C. Confiado de que Babilonia está fuera de toda posible conquista, Belsasar reunió a un millar de sus oficiales y sus esposas para un banquete. Beben el vino de vasos de oro y plata que Nabucodonosor había confiscado del templo de Jerusalén. Simultáneamente, los dioses paganos hechos por el hombre son reconocidos libremente. Mientras bebe ante sus señores sobre una alta plataforma, de acuerdo con la costumbre oriental, el rey se da cuenta súbitamente de que una mano escribe algo sobre una pared. Sobrecogido por el terror, Belsasar llama a los hombres sabios de Babilonia para que lean aquello y lo interpreten, ofreciendo como recompensa un vestido de púrpura, un collar de oro y el tercer lugar del reino.

Oyendo la situación en que se encuentra el rey, la reina irrumpe en el banquete y recuerda al rey que hay un hombre en su reino a quien Nabuco­donosor nombró como el jefe de los sabios de Babilonia. Inmediatamente se lleva a Daniel ante Belsasar. No importándole la recompensa, Daniel ase­gura al rey que el interpretaría el mensaje de la pared. En simples palabras, le recuerda que Nabucodonosor, a quien Dios había confiado un gran reino, fue reducido a un estado de bestia hasta reconocer que el Altísimo goberná­is. El Ulai es identificado como el Eulaeus que pasaba por Susa antes de desembocaba en el reino de los hombres. Aunque familiarizado con aquello, Belsasar había fallado en honrar a Dios. La mano y su escritura fueron enviadas por Dios. La interpretación es bien clara. Dios terminó el reino y lo dividió entre los medos y los persas. Por lo que respetaba a Belsasar, ya había sido pesado en la balanza y encontrado deficiente.

Por mandato real, se le conceden a Daniel honores reales y fue aclamado como el tercero en el remo. Sin embargo, las últimas horas del reino de Ba­bilonia estaban pasando rápidamente. Aquella misma noche, Belsasar fue muerto y la ciudad de Babilonia ocupada por los medo-persas (Dan. 5:3(K 31).

Los tiempos de los medo-persas ,

Los medo-persas conquistan y ocupan la gran capital de Babilonia sin destrucción. A finales de octubre del 539, el propio Ciro entra en triunfo y permanece en la famosa ciudad para celebrar el festival del Nuevo Año. Darío el medo, quien conquistó Babilonia, aparentemente sirvió a las órdenes de Ciro. Puesto que no hay ni una simple tablilla ni inscripción que haya sido hallada y que porte su nombre, se han producido numerosas teo­rías para su identificación. Basado en nuevos hechos, su identidad con Gubaru, el gobernador de Babilonia bajo Ciro, garantiza la conclusión de que Darío el medo puede ser considerado como un personaje histórico. De acuerdo con el relato de Daniel, Darío estuvo a cargo de la ocupación de Babilonia y fue el gobernante del reino caldeo. Aunque medo por nacimiento, gobierna bajo las leyes de los medos y los persas.

Las experiencias personales de Daniel registradas en los capítulos 6 y 9 se relacionan con el reino de Darío. El verso final del capítulo 6 implica que, subsiguientemente, Daniel estuvo asociado con Ciro. Su final revelación está fechada en el tercer año de Ciro. Tal vez por ese tiempo, Darío hubiese muerto o Daniel habría sido trasladado, de forma que fuese directamente responsable hacia Ciro. En la crisis de la ocupación de Babilonia por los invasores, Darío reconoció inmediatamente a Daniel, nombrándole como uno de los tres presidentes de su gobierno. Con toda probabilidad, pasó un cierto tiempo antes de que los otros dos presidentes actuasen contra Daniel en un intento de deponerle del cargo (6:1-28). Mientras tanto, Daniel pudo haber tenido la experiencia registrada en, el capítulo 9.

El hecho de que los medo-persas reemplacen a los babilonios como el reinado más importante del Cercano Oriente, no sorprende a Daniel. Ya muy temprano en su vida, en el segundo año de Nabucodonosor, en el 603 a. C., Daniel explicó claramente a los más grandes reyes de Babilonia que otros reinos seguirían en el curso del tiempo. Durante el reinado de Belsasar, la identificación del próximo reinado fue revelada. Cuando permaneció ante el tembloroso rey en vísperas de la caída de Babilonia, Daniel declaró clara y llanamente que los medos y los persas se harían cargo del reino.

Cuando la crisis ya había sucedido realmente y la supremacía de los medo-persas fue establecida, Daniel estuvo ansioso por conocer qué significación tendría aquello para su propio pueblo. Leyendo las profecías de Jeremías, observa cuidadosamente que se había predicho un período de cau­tiverio que duraría setenta años. Aunque no hace mención de ello, Daniel pudo también haber leído respecto a Ciro en el libro de Isaías (44:28-45:1) donde a Ciro se le identifica como el pastor a quien Dios utilizaría para liberar a su pueblo y hacerlo retornar a Jerusalén. Ciro ya había estado en la escena internacional durante varias décadas. ¿Podría ser posible que los judíos recibieran entonces permiso para volver? Aparentemente el edicto para su retorno, aún no había sido dictado ni publicado.

Daniel estaba muy ejercitado por las predicciones dadas por Jeremías. Casi setenta años habían transcurrido desde que el primer grupo de judíos, incluyéndole a él, había sido llevado al exilio desde Jerusalén en el 605 a. C. Comprobando que el tiempo de su cumplimiento era inminente, Daniel ora confesando los pecados de Israel y reconociendo que Dios es justo en todos sus juicios.

Gabriel ilumina a Daniel en lo concerniente al futuro de Israel. Una re­lación general de la sucesión de los imperios del mundo le había sido ya dada. Aquí, la atención queda enfocada sobre la nación de Israel en el plan de Dios. Setenta semanas representan el período en el cual Israel verá el cumplimiento de las promesas de Dios.

Los acontecimientos atribuidos a este período para el pueblo de Daniel y su sagrada ciudad, fueron como sigue:

(1) acabar la trasgresión
(2) acabar con los pecados
(3) hacer una reconciliación con la iniquidad
(4) aportar una justicia que perdure para siempre.
(5) cerrar la visión y la profecía
(6) ungir al más santo.

Dividiendo el período total en unidades más pequeñas, una era de siete más sesenta y dos semanas, permite la aparición y la separación de un individuo identificado como "el ungido". La ciudad y el santuario son para ser destruidos por un pueblo del cual surgirá un príncipe que hará una alianza con muchos por una semana. Esta alianza lleva a la considera­ción de la semana septuagésima como el tiempo y la duración de su relación. Sin embargo, en medio de esta semana, el príncipe romperá el pacto, siendo la causa del sacrificio y ofrendando el cese y trayendo la desolación hasta que el destructor esté consumado.

Sin tener en cuenta las variadas interpretaciones de esta explicación, en cierta forma ambigua, como ejemplificada en numerosos escritos sobre estas profecías, el propio Daniel recibe la seguridad de que su nación, por quien él está en oración constante, tiene un lugar definido en el plan de Dios. Indudablemente, Daniel se siente grandemente alentado cuando Ciro, poco después de haber subyugado a Babilonia, emite una proclamación alentando a los judíos a que retornen a su hogar patrio.

Cuando Darío organiza su reino, Daniel sirve como uno de los tres presidentes. Desde hacía mucho tiempo se había distinguido como un sabio administrador, en tal modo, que sus otros dos colegas le tomaron envidia. Sin haber encontrado ninguna irregularidad en sus deberes oficiales, le in­criminaron por sus prácticas religiosas hasta el extremo de echarle a la jaula de los leones. Cuando Darío encontró a Daniel, sin el menor daño entre las fieras, reconoció en público, en una proclamación al efecto, que Dios había liberado a Daniel—el Dios viviente que tiene signos y maravillas en los cielos y en la tierra como el gobernante de un reino que no tiene fin.

La revelación final de Daniel (10:1-12:13) está fechada en el tercer año de Ciro. Por entonces el hombre de estado y profeta ya estaba bien establecido en el gobierno medo-persa. Si Daniel tenía menos de veinte años cuando fue hecho cautivo, rondaría entonces por los ochenta. Desde el punto de vista de su edad, y responsabilidades oficiales en el gobierno, no es verosímil que considerase en serio el participar en el éxodo que organi­zaría el pueblo judío para su retorno a Jerusalén. A pesar de todo, tuvo un interés general en. el bienestar y en las esperanzas futuras de su pueblo.

Daniel emplea tres semanas ayunando y llevando luto. En el día vigésimo cuarto del primer mes, está en la ribera del Tigris cuando se da cuenta de un hombre vestido de blanco lino que tiene unas características sobrenatu­rales. Cuando Daniel ve aquella visión, y oye el sonido de sus palabras, cae sobre su rostro y se sume en un profundo sueño. Los hombres que hay con él, huyen.

Daniel se despierta y es invitado a ponerse en pie. Aquel hombre le asegura que su oración ha sido escuchada. Debido a interferencia por el príncipe de Persia, la respuesta ha sido demorada. Puesto que Daniel es un hombre muy bien amado que se humilla a sí mismo con, la oración, este di­vino mensajero ha venido con la ayuda de Miguel, uno de los príncipes jefes, para revelar el futuro de Israel. Aunque débil y temeroso, Da­niel recibe una fuerza sobrenatural que le condiciona a oír el mensaje. El mensajero le informa que está a punto de acabar su conflicto con el prín­cipe de Persia y, subsiguientemente, esperar un encuentro con el príncipe de Grecia. Antes de marchar, comparte con Daniel el contenido del libro de la verdad (10:21).

Cuatro reyes sucedieron a Ciro sobre el trono de Persia, el último de los cuales haría que los griegos se levantasen a causa de lo excesivo de sus ri­quezas. Un rey más poderoso procedente de Grecia viene para sentarse a sí mismo como le plazca, aunque su vida quede súbitamente cortada. Su reino se dividirá en cuatro (11:2-4). Por algún tiempo, un agudo conflicto rugirá entre el rey del norte y el rey del sur (11:5-20). Tras que aquello su­ceda, una persona vil y despreciable surge para desafiar al rey del sur en repetidas batallas. En. su rabia, profana el templo y causa el continuo ofre­cimiento del fuego que cesará cuando muchos hombres en el conflicto hayan muerto (11:21-35).

Un rey obstinado que es el más desafiante de todos, se exalta a sí mismo por encima de los dioses, incluso desafiando al Dios de dioses (11:21-35)-Por un tiempo, extiende su control hasta Egipto, Etiopía y Libia; pero por último encuentra su condenación en un furioso conflicto.

¿Qué ocurre mientras tanto al pueblo de Daniel? Por la época de este terrible conflicto, Miguel, el príncipe de Israel, surge para liberarle. Una resurrección ocurre cuando muchos son restaurados en una vida sin fin; otros sufrirán un desprecio eterno. Con la seguridad de que aquellos que sean sabios y prudentes y vuelvan a lo justo, son los receptores de las ben­diciones de Dios, a Daniel se le aconseja para que selle el mensaje que le ha sido revelado. Al final del tiempo, muchos lo leerán para incrementar su conocimiento (12:4).

Daniel ve a dos individuos, uno a cada ribera del río. Volviéndose hacia el hombre de los vestidos blancos, inquiere lo concerniente a la terminación de aquellas maravillas. Levantando las manos a los cielos, el hombre vestido de blanco jura "por el que vive por los siglos" (Dan. 12:7), que tales mara­villas se terminarán tras tres y medio períodos de tiempo. Esto también es el punto terminal para esperar e! poder del pueblo santo. Daniel está todavía confuso. Oye las palabras, pero no comprende. Inquiriendo del hombre de las ropas blancas, es advertido de que siga su camino, —las palabras quedan cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán purificados y com­prenderán y otros continuarán en una excesiva maldad y no comprenderán. Incluso aunque los acontecimientos que tengan que venir, no están claros para Daniel, a él se le promete descanso y se le entregará un lugar a! fin del tiempo. Con esta esperanza personal y la seguridad de que su pueblo triunfará finalmente. Daniel recibe instrucciones de acabar y sellar este libro.

Habla el Antiguo Testamento por Samuel J. Shultz