Libro de Levítico
Sinopsis
del Antiguo Testamento es un estudio sintético
de cada uno de los libros del Antiguo Testamento: Se examina el propósito de
cada libro, quién fue el autor, cuándo y a quiénes se escribió. Se
identifica cuál es el mensaje de cada libro y cómo se relaciona este con los
demás. La meta de esta materia es darle al alumno un concepto panorámico
de la Biblia.
LEVITICO: EL CAMINO DE LA SANIDAD
por Ray C. Stedman
¿Ha hecho
usted alguna vez un recorrido por la Biblia para encontrarse atascado en el
libro de Levítico? Lee usted todo el Génesis sin problema, aprendiendo acerca
de Abraham, Isaac y Jacob y todo lo que les sucedió. A continuación sigue con
la lectura de Exodo, donde se encuentran incidentes tan dramáticos como puedan
ser la confrontación de Moisés con el Faraón en la corte de Egipto, la
separación del Mar Rojo y la entrega de la Ley. Y entonces comienza a leer
Levítico. Una vez que ha leído laboriosamente las ofrendas llega al sacerdocio,
a las ceremonias, a todas las restricciones sobre el régimen y las
especificaciones sobre la vestimenta del sumo sacerdote y las diferentes y
extrañas funciones y fiestas. Para entonces, su interés se ha esfumado, se ha
quedado usted sin fuerzas y pone fin a su lectura de la Biblia. ¿No estoy en lo
cierto?
Soy
consciente de que este libro resulta un poco difícil y da la impresión de ser
muy árido. Hasta lo podíamos titular "la barrera árida, pero si puede
usted atravesarla, se encontrará con que la Biblia es un libro fascinante y que
vale la pena leerla hasta el fin.
El
Levítico me recuerda una visita a una fábrica sin un guía. Cuando llegué por
primera vez a esta región, fui a San Francisco, donde un amigo mío tenía una
fábrica de gran tamaño de productos de acero. Entré en la fábrica con el fin de
ver lo que estaban fabricando. Mi amigo estaba ocupado en esos momentos y no
podía acompañarme, de modo que fui solo. Mi primera impresión al entrar en
aquel enorme edificio fue la de un ruido enorme. ¡Era algo increíble! Había
enormes máquinas que hacían un ruido insoportable, enormes martillos pilones
que golpeaban con fuerza y había otras máquinas que estaban triturando el metal
y echándolo como piezas. Ni siquiera podía oírme a mi mismo pensar. Mi segunda
impresión fue una de confusión masiva y me pareció que nadie sabía lo que
estaba haciendo. Había hombres que corrían de un lado a otro, sin prestarse
atención unos a otros, algunos se tropezaban con sus compañeros, mientras las
máquinas seguían funcionando sin aparente armonía ni relación alguna.
Entonces
mi amigo se unió a mi y comenzó a llevarme por toda la fábrica. En primer
lugar, me enseñó un sector y me explicó lo que estaban fabricando en él, luego
me mostró una máquina y me dijo para qué servía. Continuamos así hasta que
llegamos al departamento de envíos. Cuando vi un producto acabado, entendí lo
que era aquella fábrica y tuvo sentido y dejé de sentirme confuso.
Es
posible que sea eso lo que usted sienta al leer el libro de Levítico. Al leerlo
se encuentra usted con muchas ceremonias y sacrificios extraños, muchas restricciones
fuera de lo habitual, problemas de régimen alimencio y otras diferentes
dificultades que parecen totalmente carentes de significado, pero entonces
descubre usted que poseen una relación muy compleja, intrincadamente
articuladas que conducen hacia un fin muy determinado. Este fin ha quedado muy
claro en este libro, y si quiere usted entender el Levítico, hay un versículo
que se encuentra aproximadamente a mitad del libro que le será de ayuda:
"Me
seréis santos, porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos
para que seáis míos." (Lev. 20:26)
Ese es el
propósito del libro de Levítico. Dios le está diciendo a su pueblo Israel:
"Os he separado del resto de las naciones de alrededor a fin de que seáis
míos. Cuando nosotros los cristianos leemos esto, debemos de entender que
nosotros somos el pueblo de Dios hoy. Lo que le dijo Dios a Israel también nos
lo está diciendo a nosotros, porque en la nueva relación que tenemos con
Jesucristo no hay ni judío ni gentil, no hay más que un solo hombre, un cuerpo
en Cristo. Las promesas que aparecen en forma de imagen en el Antiguo
Testamento también nos pertenecen a nosotros, que vivimos a este lado de la
cruz.
Tal vez
se sintió usted eliminado de inmediato por la palabra "santo en este
pasaje. No sé lo que cree usted que significa el término, pero es posible que
haya creído usted entender algo que está relacionado con su pasado y que hace
que le resulte desagradable. La mayoría de nosotros relacionamos la palabra
"santo con algo sumamente severo y estamos convencidos de que las personas
"santas tienen un aspecto como si se las hubiera estado remojando en
vinagre o en un líquido para embalsamar. Esa era la idea que yo tenía de la
palabra y a mi la santidad no me resultaba ni mucho menos atractiva, sino que
me repelía, pero me encontré con un versículo en las Escrituras que hablaba
acerca de "la hermosura de la santidad (Salmos 29:2) y me pregunté a mi
mismo: "¿qué hay de hermoso en la santidad? Cuando por fin lo averigüé,
tuve que admitir que la santidad es verdaderamente algo hermoso.
Pero la
mayoría de nosotros reaccionamos inicialmente ante esta palabra como lo hizo la
niñita que vio a una mula que la observaba por encima de una valla. No había
visto nunca una mula y le dijo: "no sé lo que eres, pero debes de ser un
cristiano porque te pareces a mi abuelo. Otras personas relacionan la palabra
con algo extraño, apartado, como si las personas santas fueran seres extraños y
excéntricos, que viviesen en algún lugar del desierto, alejados del resto de nosotros.
Son "diferentes, pero la Biblia no sugiere ninguna de estas ideas con
respecto a la santidad. Si quiere usted entender el significado de la palabra,
es preciso volver a su raíz original. La palabra se deriva de la misma raíz de
la que procede una atractiva palabra en inglés. La palabra es "wholeness
(integridad, todo, completo), de modo que santidad quiere decir integridad,
estar completos. Y si leemos integridad en lugar de santidad por todas partes
en la Biblia, se acercaría usted mucho más a lo que quisieron realmente decir
los escritores de este libro. Todos sabemos lo que es la integridad o el total.
Es unir todas las partes que tenían que estar presentes y que funcionen tal y
como debían hacerlo.
De eso es
de lo que está hablando Dios, al decirle a su pueblo: "seréis íntegros
porque yo soy integro. Dios es completo, es perfecto. No hay mancha alguna en
él porque vive en armonía consigo mismo. El es una persona preciosa y es
absolutamente lo que debe de ser una persona. Está lleno de gozo, de amor y de
paz. Vive en integridad y nos mira a nosotros, nos halla quebrantados y nos
dice: "también vosotros seréis íntegros.
Esa
palabra integridad tiene el poder de despertar el deseo en nosotros, que
anhelamos ser un pueblo íntegro. ¿No lo desea usted? ¿No quiere usted ser
aquello para lo cual Dios le creó a usted, con todos los ingredientes de su
personalidad expresados de modo equilibrado? De eso se trata el libro de
Levítico. De hecho, la Biblia entera. Somos tan conscientes de que somos
personas débiles, de que no somos completas. Sabemos lo mucho que nos
perjudicamos a nosotros mismos y a otros y nos damos cuenta de nuestra
inhabilidad para afrontar la vida. Algunas veces nos ocultamos tras una máscara
y pretendemos que somos perfectamente capaces de afrontar lo que sea, pero la
verdad es que, la mitad del tiempo, sentimos el miedo en nuestro interior. Esa
es la señal de que no hay plenitud en nosotros. Conocemos además el poder
diabólico que tenemos para irritar, para enfurecer y para encolerizar a otros e
incluso a nosotros mismos. Pero esta gran afirmación de Levítico 20:26 declara
que Dios sabe perfectamente que somos débiles y que nos sentimos heridos y su
amor llega hasta nosotros y nos dice: "Seréis íntegros porque yo lo soy.
Ese es mi propósito le dice a su pueblo.
El hombre
se ha perdido en el camino porque había sido creado a imagen de Dios y cuando
salió primeramente de la mano de Dios era un ser completo. Adán funcionaba tal
y como Dios quiso que funcionase el hombre porque estaba funcionando conforme a
la imagen y la semejanza de Dios, pero ahora hemos perdido esa semejanza. Aún
tenemos la imagen, pero la semejanza ha desaparecido. T.S. Eliot dice:
Todos
nuestros conocimientos sirven solo para acercarnos a nuestra ignorancia, y
nuestra ignorancia nos acerca aún más a la muerte. Pero al acercarnos a la
muerte nos acercamos más a Dios.
Y a
continuación pregunta: ¿Dónde está esa vida que hemos perdido al vivir?
¿No es
esa la pregunta que se hacen hoy millones de personas? ¿Dónde ha ido a parar la
vida que hemos perdido al intentar vivir? ¿Por qué no encuentro la salida? ¿Por
qué estoy tan tenso, tan dolorido, tan angustiado? Pero Dios se ha propuesto
sanar el corazón apesadumbrado y hacer que el hombre vuelva a ser completo y él
sabe cómo hacerlo, de modo que dice: "os he separado de los pueblos. (Lev.
20:24) Es un proceso de separación. El motivo por el que nos sentimos
angustiados es porque pertenecemos a una raza angustiada y nuestras actitudes
son equivocadas. Nuestra visión de la vida está torcida y distorsionada, nos
creemos lo que no son más que ilusiones, pensando que son hechos, y actuamos
conforme a ellas. Estamos persiguiendo a fantasmas, fantasías y engaños, por lo
que es preciso que Dios nos separe. Tiene que liberarnos de la conformidad a la
manera de pensar, a las actitudes y a las reacciones de los que nos rodean.
Tiene que liberarnos de todo eso, tiene que enderezar nuestra manera de pensar,
enderezar nuestras mentes y nuestros corazones, y corregir nuestras relaciones
retorcidas y enredadas.
Este es
un proceso que requiere una paciencia y un amor infinito, porque es voluntario
y Dios no nos ha obligado nunca a nada. Solamente les puede suceder a aquellos
que confían en Dios lo suficiente como para reaccionar ante su amor. Cuando yo
no era más que un adolescente, intenté en una ocasión atraer a una cierva de
entre la espesura a un pequeño claro para que cogiese una manzana de mi mano y
se la comiese. Era un animal salvaje y muy asustado. Vio la manzana y era
evidente que quería venir a cogerla. Avanzaba unos cuantos pasos hacia mi, pero
entonces se asustaba y se retiraba hacia los bosques. Luego volvía a salir, se
quedaba inmóvil y miraba durante un tiempo a su alrededor, y empezaba a pacer
como mostrándose indiferente. Yo permanecía inmóvil, con la manzana en mi mano.
La cervatilla se acercaba un poco, entonces se partía una ramita y volvía a
desaparecer entre los matorrales.
Al animal
le hubiera resultado perfectamente posible durante todo ese tiempo, de haberlo
sabido, sencillamente acercarse, coger la manzana y comérsela. Yo no le hubiera
hecho el menor daño, no hubiera intentado capturarla ni hacerle ninguna otra
cosa, pero ella no sabía eso. Finalmente, se acercó hasta la mitad del camino y
se quedó con el cuello estirado, intentando armarse de valor para coger la
manzana. Justo cuando creí que iba a hacerlo, pasó un coche muy cerca y
desapareció y me tuve que comer la manzana yo mismo. Eso me parece una imagen
muy apropiada de lo que Dios tiene que afrontar para acercarse al hombre. Requiere
una paciencia y un amor infinito impartir la comprensión necesaria a hombres y
mujeres como nosotros, temerosos y doloridos.
Por eso
fue por lo que Dios nos dio su libro y por lo que ha comenzado con nosotros
desde lo más básico. Comienza mostrándonos imágenes y sombras, con ayudas
visuales, a fin de mostrarnos lo que hará un día. Todas las ceremonias y las
ofrendas del Antiguo Testamento son sombras e imágenes de Jesucristo y, por lo
tanto, Cristo está aquí en el Levítico. Dios nos muestra, por medio de su
pueblo Israel, su manera de sanar un corazón humano herido y así es cómo Dios
hace que seamos completos.
Es
posible que alguien diga: "Pues yo me creía que Jesucristo era la manera
que tenía Dios de hacer que fuésemos íntegros y eso es cierto, lo es. Pero él
no solo está a nuestra disposición. Había hombres y mujeres ante la cruz que
estaban doloridos, angustiados y fragmentados, lo mismo que lo estamos
nosotros. Ellos necesitaban a Cristo y él estaba a su disposición. Por ello, al
entender aquellos hombres y mujeres lo que representan estas imágenes y
aplicarse su significado, pudieron disfrutar del mismo gozo y la misma paz que
tenemos nosotros.
Si
ustedes no lo creen, lean los Salmos y verán lo mucho que entendió David acerca
de la presencia y la gracia de Dios en su vida. El fue un hombre sanado por
Dios y entendió que Dios era su fortaleza y su vida misma y que él podía suplir
cada una de las necesidades de su corazón y enderezar todas las relaciones
enredadas de su vida familiar y personal. Todo esto está reflejado en los
salmos que escribió.
Por lo
tanto, Cristo está por todo el Levítico. Todos los sacrificios, los rituales y
las ceremonias descritas mediante imágenes describen a Jesucristo y a su obra y
cómo estuvo a disposición de los hombres y mujeres de entonces. Y al leer
nosotros este libro desde nuestra posición ventajosa, a este lado de la cruz,
aprenderemos mucho acerca de cómo Jesucristo suple actualmente nuestras
necesidades. Por lo tanto, este no es solo un libro histórico y no está escrito
solamente para transmitir "noticias. Es un manual tremendamente práctico
sobre cómo vivir como cristianos.
Pero hay
algo más: al leer el libro de Levítico y entender lo que está diciendo, le
ayudará a usted a entenderse a sí mismo. Como ve, Dios adoptó en Jesucristo la
forma de hombre. Jesús vino a este mundo, Dios hecho carne, y habitó entre
nosotros como hombre, como el hombre tal y como Dios quería que fuese. Vino a
donde nos encontramos nosotros y todo cuanto fue e hizo como hombre es lo que
también somos o podemos ser nosotros. De modo que, al leer este libro,
entenderá más acerca de sí mismo y cuáles son sus necesidades más importantes y
vitales y acerca de cómo debe comportarse.
Somos un
misterio para nosotros mismos y ni siquiera entendemos cómo pensamos y nos
sentimos desconcertados por nuestra propia experiencia. ¿No se siente usted
así? Recuerde cómo lo expresa Pablo en Romanos: "Porque no hago el bien
que quiero; sino al contrario, el mal que no quiero, eso practico. (Rom. 7:19)
Esa es una imagen de la vida. Es un análisis en profundidad y que examina lo
que está sucediendo en su vida y en la mía. Es lo que nos muestra el libro de
Levítico, los motivos de por qué sucede, ayudándonos a entendernos a nosotros
mismos. Este libro tiene como fin resolver el sufrimiento del hombre, sea cual
fuere y según vayamos aprendiendo a aceptar la sanidad de Dios, nos enseñará lo
que podemos ser.
Debido a
que eso es cierto, el libro se divide en dos partes básicas. La primera parte
habla acerca de la necesidad del hombre y nos revela dónde nos encontramos como
personas, al tiempo que deja claro cuál es la respuesta de Dios ante la
necesidad del hombre. La segunda parte pone de manifiesto lo que Dios espera de
nosotros a cambio. Primero encontramos la provisión de Dios y luego la
actuación, que es el resultado de dicha provisión.
En los
primeros dieciséis capítulos, hay cuatro elementos que presentan la necesidad
del hombre y que revelan cómo somos. La primera es una serie de cinco ofrendas.
Estoy seguro de que Dios hizo que tuviésemos cinco dedos en cada mano para que
pudiésemos acordarnos de las cinco ofrendas. Primero nos encontramos con el
holocausto, luego está la ofrenda vegetal, la ofrenda de paz, el sacrificio por
el pecado, y finalmente el sacrificio por la culpa. Todos ellos son imágenes de
lo que Jesucristo hace a nuestro favor, pero son al mismo tiempo imágenes sobre
las necesidades fundamentales de la vida humana y reflejan dos cosas que son
esenciales para la existencia humana: el amor y la responsabilidad.
No
podemos ser nunca personas completas si no nos aman y tampoco si nosotros no
amamos. El amor es un ingrediente absolutamente esencial en la vida y nada
perjudica ni distorsiona ni deforma o acaba más con una persona que el hecho de
que se le niegue el amor, pero hay algo más que es también esencial. A fin de
poder estar completos, de respetarnos a nosotros mismos y de tener la sensación
de ser valorados, debemos tener un sentido de la responsabilidad. Debemos de
poder realizar lo que vale la pena y, por lo tanto, necesitamos ambas cosas: el
amor y la responsabilidad.
El
segundo elemento en estos capítulos es el sacerdocio. Este sacerdocio tiene
como propósito ayudarnos a enfrentarnos con los problemas emocionales e
intelectuales al intentar resolver las relaciones de amor y en las que media la
responsabilidad. Nos encontramos constantemente con problemas emocionales e
intelectuales, nos sentimos molestos, desmoralizados o estimulados, excitados o
deprimidos, porque tenemos toda clase de problemas emocionales. Y nos sentimos
intrigados y desconcertados, inseguros y confusos en cuanto a lo que hacer,
ante toda clase de problemas intelectuales, de modo que el sacerdocio está ahí
para ayudarnos con estos problemas.
En el
caso del Antiguo Testamento este sacerdocio lo representaban los hijos de Leví.
Pero en nuestro caso, el sacerdocio no solo lo representa Jesucristo, nuestro
Señor y Sumo Sacerdote, al que podemos acudir con toda libertad, sino los unos
para con los otros. (1ª Pedro 2:5) Por eso es por lo que nos necesitamos unos a
otros. Básica y fundamentalmente, no podemos seguir adelante los unos sin los
otros, porque tenemos estos problemas y necesitamos que alguien nos ayude a
resolverlos.
El tercer
elemento es la revelación de una norma que haga posible que podamos distinguir
la verdad de lo que es falso, lo que es imitación y lo que es real, lo que nos
ayuda y lo que nos perjudica, la diferencia entre la vida y la muerte. ¿No
resulta extraño que el hombre, en su condición natural, no sea capaz de hallar
la diferencia? Por eso es por lo que hay miles y miles de personas que creen
que están prestando ayuda, pero que acaban perjudicando mucho a los demás ¡y no
entienden por qué! Cuando empiezan a producirse los resultados se preguntan:
"¿qué ha pasado, que ha salido mal? ¿Por qué me he metido en este lío? Es
sencillamente debido a que no saben cuál es la diferencia. Por eso, un Dios de
amor nos explica cuál es la diferencia y establece unas normas gracias a las
cuales podemos distinguir entre aquello que es esencialmente perjudicial y lo
que de hecho nos sirve de ayuda.
Finalmente,
en esta primera sección tenemos la oportunidad de reaccionar, de manera
voluntaria y eso también lo necesitamos. Dios nunca impone su voluntad a
ninguno de nosotros, aunque necesitamos ayuda constantemente. Es preciso que
nos encontremos en una situación en la que lo reconozcamos y entonces tendremos
que reaccionar de algún modo y tendremos que responderle. Esta oportunidad se
ofreció el Día de la Expiación. Si, cuando entendamos totalmente nuestra
necesidad y la provisión de Dios frente a ella, le decimos que "no a él,
él permitirá que lo hagamos. Es posible que nunca más disfrutemos de esa
oportunidad, pero Dios nos permite siempre un largo período de preparación
durante el cual nos guía a una comprensión absoluta antes de que nuestro
rechazo de Dios sea algo definitivo.
La
segunda sección del libro, que va de los capítulos 17 al 27, describe lo que
podemos hacer sobre la base de la provisión de Dios, la clase de vida que podemos
llevar sobre esta base, pero ¡fijémonos en el orden! Dios no nos menciona nunca
lo que quiere que hagamos hasta no haber expuesto totalmente la provisión. No
habla nunca acerca de nuestro comportamiento hasta que no ha dejado claro el
poder mediante el cual podemos actuar.
Debo
admitir que nosotros con frecuencia esto lo entendemos al revés en la iglesia y
se ha hecho mucho daño a las personas al insistir que deben de actuar conforme
a una cierta manera, sin ofrecerles el conocimiento acerca del poder que hace
posible que lo hagan. Hay ocasiones en las que, con toda sinceridad y porque
las Escrituras no se han entendido bien, se enseña a la gente que es preciso
que vivan según un cierto nivel antes de ser aceptables a Dios; que deben de
producir y vencer, o Dios no las amará. ¡Esa es una terrible equivocación! Es
una mentira de Satanás y un legalismo fatídico, a pesar de lo cual todos hemos
participado en ello.
Pero para
eso está ahí Dios para corregirlo, pero no lo hace, sino que antes nos ayuda y
una vez que hemos entendido la base sobre la cual debemos de actuar, entonces
deja claro la norma y cómo debemos de comportarnos.
Aquí
hallamos una vez más cuatro elementos. Primero, es necesario entender la base
de la integridad o de lo que es completo y la sangre es la base. Cualquiera que
haya leído el Antiguo Testamento sabe que en él se menciona la sangre por todas
partes. Están todos esos extraños sacrificios, miles de los cuales se ofrecen
todos los años, toros y carneros, cabras y ovejas, pájaros de toda clase, que
se ofrecen todo el tiempo, como un verdadero río de sangre que fluye por todo
el Antiguo Testamento. Muchas personas, al encontrarse con este hecho dicen:
"el Cristianismo más que una religión parece un matadero.
¿Por qué
tanto derramamiento de sangre? Porque por este medio Dios quiere grabar en
nuestra mente un hecho fundamental. Nos está diciendo que los temas
relacionados con nuestra vida corren muy profundos, que solamente pueden ser
resueltos por medio de la muerte, que la base de la integridad en la vida es
una vida entregada, que no lo conseguiremos nunca sencillamente sobre la base
de una vida natural. Tenemos que arreglárnoslas para descubrir una nueva clase
de vida. ¡No podemos tener las dos cosas! La lucha que se produce en la vida
cristiana es debida a que intentamos seguir aferrándonos a la antigua vida y
negándonos a aceptar la nueva y la sangre nos habla acerca de este hecho.
El
segundo elemento es la práctica del amor en todas las relaciones de la vida. La
Biblia es intensamente práctica y no le preocupa tanto lo que hacemos en la
iglesia como lo que hacemos en el hogar como resultado de haber asistido al
templo. De modo que este libro trata acerca de las relaciones en el ámbito de
la familia, entre amigos y en la sociedad en general, mostrándonos exactamente
la clase de relación de amor que Dios hace posible que tengamos en todas estos
aspectos de la vida.
El tercer
elemento en esta última sección es acerca de cómo disfrutar la presencia y el
poder de Dios, el hombre en relación con Dios, adorándole y ¡entusiasmado por
un Dios emocionante! En este libro podemos aprender lo que representa el templo
en nuestra relación con Dios y acerca de cómo pensar sobre él. ¡Lo más
importante en la vida es conocer al Dios vivo que se encuentra detrás de todas
las cosas!
El último
elemento es una consciencia de aquellas cosas que están en juego y su
importancia, aprendiendo cómo toda nuestra vida está en la balanza al llegar a
este punto, sabiendo que se espera una decisión de nosotros y que hay una opción
por la que nos podemos decidir. Y Dios nos coloca por fin en esa situación y
nos ayuda a darnos cuenta de que en el análisis final nos va a tocar a nosotros
escoger. Dios no dice nunca: "voy a hacer que llevéis una vida desgraciada
sino que dice más bien, "si preferís sentiros angustiados y no queréis ser
sanados, podéis seguir exactamente donde estáis. Pero si queréis vida, esto es
lo que os espera. Dios no nos impone nunca su voluntad, pero pone ante nosotros
las opciones, lo deja todo muy claro y luego espera a que reaccionemos sobre la
base que nos ha dado.
Para
terminar, deberíamos volver a nuestro versículo clave: "Me seréis santos,
porque yo, Jehová, soy santo y os he separado de los pueblos para que seáis
míos. Y ese es, finalmente, la meta que se ha fijado Dios. Quiere que seamos
suyos y aquí hay un tiempo del verbo que es muy interesante. En nuestro texto
en inglés, se expresa en futuro: "seréis míos. Pero el hebreo lo enfoca de
una manera extraña, muy diferente al inglés. Se pueden reunir estos tres
tiempos del verbo en una sola palabra y es lo que encontramos en este caso.
Dios está diciendo: "Fuisteis míos, sois míos y seguiréis siendo míos.
"Míos dice, ¡Míos! e incluye todos los tiempos de la vida, el pasado, el
presente y el futuro.
Si sigue
usted esta misma idea por toda la Biblia, se encontrará con lo cierta que es.
Muchos de ustedes saben, gracias a su propia experiencia, que una vez que se
han hecho cristianos, que le pertenecerle a Dios, se dieron cuenta de que, en
un sentido, siempre le habían pertenecido. El apóstol Pablo dice: "Pero
cuando Dios, quien me apartó desde el vientre de mi madre.... (Gálatas 1:15) a
pesar de que Pablo había sido un enemigo acérrimo y una amenaza para el
Cristianismo hasta que tuvo la experiencia en el camino a Damasco, pero,
echando un vistazo al pasado, supo que le había pertenecido a Dios desde
siempre. "Me perteneces dice Dios, "¡aunque eres un enemigo, aunque
estés en contra mía, aunque te muestres hostil a mi, aunque luches en contra
mía, eres MIO!
Entonces,
y en el tiempo presente, Dios nos ve en nuestra angustia, en nuestra condición
dolorida, sintiéndonos divididos, con nuestras faltas, siendo imperfectos, y
pone su mano sobre nosotros y dice: "Eres mío, ahora mismo, tal y como
eres. Me perteneces.
Hace poco
un amigo mío me contó una historia sobre un incidente real que creo que es un
ejemplo de esto. Me contó lo que pasó en una misión de rescate de niños en una
ciudad del centro del oeste hace algunos años. Los niños estaban preparando el
programa y un niño pequeño, de unos cinco o seis años, con una deformidad, una
joroba, tenía que recitar. Al atravesar el escenario para recitar su poesía,
fue evidente que era muy tímido, que estaba asustado y que era muy consciente
de su estado físico. De hecho, era la primera vez que había intentado hacer
algo así y para él fue un tremendo esfuerzo.
Otros dos
críos se habían colocado en la habitación de atrás con el propósito de
ridiculizar el programa. Uno de ellos le gritó al niño al cruzar el escenario:
"Oye, tío, ¿dónde vas con ese paquete sobre la espalda? El niño se sintió
completamente desmoralizado, y se quedó allí parado sollozando. Se levantó un
hombre del público y se acercó hasta la plataforma. Se arrodilló junto al
pequeño y puso su brazo alrededor de él y le dijo a los espectadores:
"Debe de hacer falta que una persona sea muy insensible y cruel para
decirle algo así a un niño como éste, que padece algo de lo que no tiene la
culpa. A pesar de esta deformidad, estaba intentando por primera vez a atreverse
a salir y decir algo en público. Ese comentario le ha hecho mucho daño, pero
quiero que sepan ustedes que yo le quiero tal y como es, este niño es mío, me
pertenece y estoy orgulloso de él. Y se llevó al niño del escenario. Eso es lo
que Dios nos está diciendo. El ve nuestro dolor y sufrimiento, nuestros anhelos
y nuestra angustia y nos dice: "¡Eres MIO!
Pero eso
no es todo. Gracias a su poder y a su sabiduría, Dios dice, con esa maravillosa
esperanza de un padre lleno de amor: "Seréis míos, seréis sanados, hechos
íntegros, con todas vuestras imperfecciones y deformidades corregidas, nuestras
faltas enderezadas, eliminando vuestras iniquidades y todas vuestras relaciones
embrolladas serán desenbrolladas. Seréis santos, porque yo soy santo. De eso se
trata este libro, de eso se trata la Biblia, y de eso se trata Jesucristo.
No hace
mucho tiempo, tuve una experiencia muy positiva, pudiendo hablar con tres
personas que yo hubiera considerado absolutamente como casos desesperados hace
solo dos años, cuando eran hostiles y rebeldes y tan destrozadas interiormente
que no podían soportarse ni a sí mismos ni a los demás. Nadie podía realmente
hablar mucho con ellos y mucho menos llegar a ellos con la verdad. Sus vidas
estaban arruinadas, literalmente arruinadas, pero había comenzado su curación y
es evidente que no tardarán en estar curados. Dios está corrigiendo los
problemas en sus vidas y es lo que está haciendo aquí con nosotros.
No sé de
nada más sugestivo de esta actividad que la mesa del Señor. Este suceso nos habla
de cómo Dios, en su amor, comenzó el proceso de la curación. Nos ofrece una
imagen de cómo empezó a extender su mano a nosotros en la cruz, mediante el
sufrimiento de Jesús, y de qué manera rompió el poder de las tinieblas y
comenzó a liberarnos. Nuestro Señor Jesús nos ofreció este acontecimiento para
enseñarnos el significado de estos antiguos sacrificios: una vida derramada por
nosotros, una vida entregada a fin de que pudiésemos tener una nueva base en
nuestra vida, para que podamos ser suyos.
Oración
Padre
celestial, te pedimos que cada vez que nos acerquemos a la mesa del Señor, que
hagas que sea una experiencia rica y significativa para nosotros. Nos gustaría
poder ver, con el ojo de nuestra imaginación, al Señor Jesús como el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo, que ha atravesado la barrera del pecado, y
ahora nos tiende la mano con ternura, perdonándonos, aceptándonos y
ofreciéndonos su amor comprensivo, poniendo a nuestro alcance todo cuanto
necesitamos para enderezar los entuertos en las relaciones de nuestra vida.
Señor, ayúdanos a entenderlo y a apropiarnos de ello para que te demos las
gracias por ello. Sabemos que la curación ha comenzado en las vidas de muchas
personas y que continua. En el caso de algunos está empezando y puede que haya
otros en cuyas vidas aún no haya comenzado. Pedimos que en tu amor, Señor
Jesús, puedas tenderles tu mano y sanarles. Lo pedimos en su nombre, amen.
Nº de Catálogo 203
Levítico
26 de Agosto, 1964
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