Amos
Sinopsis
del Antiguo Testamento es un estudio sintético de cada uno de los libros del
Antiguo Testamento: Se examina el propósito de cada libro, quién fue el autor,
cuándo y a quiénes se escribió. Se identifica cuál es el mensaje de cada
libro y cómo se relaciona este con los demás. La meta de esta materia es
darle al alumno un concepto panorámico de la Biblia.
AMOS: DIOS NO TIENE FAVORITOS
por Ray C. Stedman
El
mensaje de Amós, uno de los profetas menores del Antiguo Testamento, es un
tanto diferente al resto de los mensajes de los otros profetas, y ha sido
escogido como algo único. El mensaje de este libro es básicamente declarar la
imparcialidad de Dios, que no tiene favoritos. El no concede a una persona lo
que no le concede a otra, pues no existe la idea de ser el niño favorito de
Dios. El no da más a una persona que a otra, de acuerdo con las promesas que él
hace. Cualquiera que esté dispuesto a cumplir con las condiciones de las
promesas se encontrará con que Dios derrama sobre él sus bendiciones, sin
importar quien es esa persona y el que de por hecho estas condiciones se
encontrará con que Dios le juzgará y su Palabra le condenará sea quien sea y
ese es el mensaje de Amós.
Nos
cuesta trabajo creerlo, ¿verdad? Estamos condicionados a pensar que Dios
reacciona de la misma manera que lo hace el hombre y que si nos ganamos su
favor podemos contar con su bondad. O tal vez creamos que podemos librarnos y
no tendremos que enfrentarnos con la misma clase de juicio con el que se tendrá
que enfrentar otra persona o que podemos obtener un puesto especial o disfrutar
privilegios especiales de Dios, que nadie más disfruta. Ambos extremos de esta
actitud se reflejan en los diferentes grupos y personas individuales de vez en
cuando.
Sin
embargo, el libro de Amós es una clara afirmación de que Dios no es así ni
mucho menos. Por lo tanto, el mensaje de este libro puede tener el mismo
impacto que un puñetazo en la cara. Si usted cree de verdad tener una posición
privilegiada y especial con Dios, este libro es una fuerza brutal, chocante e impresionante.
La tendencia que tienen los corazones humanos es o bien considerarse como
personas favoritas o exactamente lo contrario, diciendo que somos criaturas tan
pobres y tan desgraciadamente fracasadas que Dios jamás nos miraría y que son
otros los que tienen el derecho a obtener el favor de Dios. Creo que esta es
una tendencia universal entre nosotros. Siempre nos estamos diciendo a nosotros
mismos: "¿Por qué tiene que pasarme esto a mi? cuando nos sucede una
tragedia o cuando es otra la persona que recibe los honores decimos: "¿Por
qué no podría pasarme eso a mi? No puedo evitar pensar en la historia que me
contó un amigo hace poco. Sucedió en la ciudad de Nueva York, a la hora punta
en el metro, una noche de un cálido día de verano. Había montones de personas
que se metían en los vagones abarrotados al arrancar los trenes y salir de la
estación y cada uno de los vagones estaba lleno a tope. Sucedió que un hombre
fue casualmente el último en entrar a empujones en el vagón y se encontró de
cara a las puertas. Estas se cerraron y el tren arrancó. El estaba allí
apretujado contra las puertas, con toda aquella humanidad apretujándole en el
vagón. Al avanzar el tren por los railes meneándose, comenzó a sentirse un poco
mareado. Cuanto más avanzaba más mareado se sentía y justo en el momento
crítico, el vagón llegó a una estación y se abrieron las puertas y devolvió
sobre el hombre que se encontraba en la plataforma justo delante de él. Pero al
no moverse nadie, la puerta se cerró de repente y el tren volvió a arrancar y
salió de la estación y el hombre que estaba sobre la plataforma se quedó
mirándose a sí mismo y encogiéndose de hombros dijo: "¿por qué yo?
Cuando el
profeta Amós llegó al reino del norte de Israel esa fue exactamente la reacción
que obtuvo. Las gentes de aquella región le miraron como si acabase de devolver
sobre ellos, pues estaban asqueados con él y esa era exactamente la actitud de
aquellas gentes.
¿Por qué
nosotros? ¿Por qué no ir a alguna otra parte? Esto es algo que se ve reflejado
en los ensayos biográficos que nos ofrece este libro, que comienza con estas
palabras:
Las
palabras de Amós, que se encontraba entre los pastores [o ganaderos] de Tecoa
que vio con respecto a Israel en los días del rey Uzías, rey de Judá, y en los
días de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.
(1:1)
Esto hace
claramente que este libro y el profeta Amós sean contemporáneos del profeta
Oseas y también de Isaías y el reino del sur y fue uno de los primeros
escritores proféticos. Lo que destaca este libro es el hecho de que no era un
profeta que se había capacitado como tal, sino que era un laico. Algunos
sugieren que si tenemos en cuenta que se consideraba a sí mismo un ganadero, o
como se traduce aquí, como pastor, fue el primero de una larga lista de
predicadores cowboys. No sé si eso le marcó como una persona que no disfrutaba
del favor del pueblo, pero sea como fuere su mensaje no les resultó aceptable.
En el
capítulo 7 Amós añade otra nota personal. He aquí la reacción a su mensaje al
llegar al reino del norte:
"Entonces
Amasías, sacerdote de Betel, envió a decir a Jeroboam, rey de Israel: Amós ha
conspirado contra ti en medio de la casa de Israel. ¡La tierra no puede
soportar todas sus palabras! Así ha dicho Amós: Jeroboam morirá a espada, e
Israel saldrá de su tierra en cautiverio." (7:10, 11)
Esa era
el peso del mensaje del profeta. Dios iba a exilar a Israel, iba a juzgar a la
nación y al rey.
"Y
Amasías dijo a Amós: --¡Vidente, vete; huye a la tierra de Judá y come allá tu
pan! Profetiza allá." (7:12)
Amasías
le dice: "No vengas a nosotros. Vuélvete a tu ciudad, vete al país del que
viniste y profetiza allí.
"Y
no profetices más en Betel, porque es el santuario del rey y la casa del reino.
(7:13) Y el resuelto y severo Amós, con sus antecedentes de hombre de campo y
su brusquedad dijo (versículo 14a):
"Yo
no soy profeta ni hijo de profeta..."
Eso
quiere decir: "yo no he acudido a la escuela de los profetas. No quería
decir que su padre no fuese profeta, sino que él no había asistido a la escuela
aceptada de los profetas.
"...soy
ganadero y cultivador de higos silvestres [un granjero]. Pero Jehová me tomó de
detrás del rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel., (7:14b, 15) Al
leerlo nos encontramos con algo de la oposición al mensaje de este hombre al ir
declarando la carga que sentía el Señor por la tierra de Israel en el reino del
norte, encontrando su mensaje muy duro de aceptar.
Amós iba
por ahí transmitiendo el mensaje de Dios de una manera muy interesante. Si tuviese
usted un mapa de Israel y pudiese usted localizar los países que se mencionan
aquí y colocase usted Israel justo en el centro del mapa, se daría usted cuenta
de que Amós va alrededor de las fronteras de Israel, en diferentes direcciones,
transmitiendo un menaje acerca de las naciones colindantes. En el capítulo 1
comienza con Damasco, que se encuentra en la parte noreste por encima de
Israel. Le transmite a Damasco un mensaje mostrando a Israel cómo iba Dios a
juzgar a Damasco, especialmente por causa de la crueldad del pueblo. A
continuación desciende a la costa al oeste, por la antigua tierra de Filistea o
lo que se llama aquí la tierra de Gaza. Y recuerda de nuevo a Israel que Dios
ha juzgado a esta tierra. ¿Por qué? Debido a que el pueblo ha participado en un
activo comercio de esclavos.
Luego
regresa por la costa a la tierra de Tiro, al noroeste de Israel, y aquí muestra
cómo Dios ha juzgado a este país debido a que el pueblo había quebrantado los
acuerdos. Después continua hacia abajo, hasta el sur de Israel, hasta la tierra
de Edom, el antiguo país de Esaú, y una vez allí habla acerca de cómo había
caído el juicio de Dios sobre la nación debido a que el pueblo tenía un
espíritu inexorable y al odio implacable de Israel. Después de esto, sigue por
la parte este de Israel, a la tierra de Amón. (Por cierto, Amón es actualmente
la nación de Jordania y su capital es la capital de la antigua Amón.) Aquí
explica que Dios ha juzgado esta parte del país por causa de su codicia, su
avaricia, su deseo de apoderarse de la tierra de otros y luego al sur hasta
Moab, todavía en el lado de Israel y les dice que Dios ha juzgado a Moab por
causa de odio contra Israel. Y luego llega al reino del sur, a Judá mismo, y en
una breve referencia les hace ver que debido a que Judá ha despreciado la ley
de Dios, su juicio ha caído sobre el país. Llega por fin justo a los diez
reinos, al reino del norte, en la nación de Israel y allí anuncia que Dios va a
juzgarles por la corrupción y por la injusticia de sus corazones.
Al leer
este relato, verá usted que el pueblo de Israel estuvo bastante tranquilo
mientras Amós habló acerca de otras naciones. Se lo tomaron de manera bastante
complaciente, teniendo más o menos la actitud de que "bueno, les ha pasado
justo lo que se habían estado buscando. Pero cuando el profeta fijó su vista y
se centró en Israel, el pueblo se puso furioso y dijo: "¿por qué no te
marchas y predicas en otra parte? Este es casi inevitablemente el resultado
cuando los predicadores son fieles al mensaje de Dios, pero el resto del libro
se concentra en el reino del norte de Israel.
Comenzando
con el capítulo 3, encontramos las palabras del profeta que dirige Dios a esta
nación. Comienza apuntando el hecho de que eran un pueblo que tenían una
posición privilegiada y especial ante Dios:
"Oíd
esta palabra que Jehová ha hablado contra vosotros, oh hijos de Israel, contra
toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto..." (3:1)
Están
esperando ahora el mensaje de Amós y él les dice:
"Solamente
a vosotros he conocido de todas las familias de la tierra..." (3:2a)
Eso era
lo que ellos deseaban oír. Esa era la señal de que eran el pueblo privilegiado
de Dios, su pueblo escogido. Eran aquellos acerca de los cuales Dios mismo
había dicho que él había conocido de todas las familias de la tierra. Nos los
imaginamos henchidos de orgullo y arrogancia al decir esto el profeta. Pero a
continuación reciben, por así decirlo, un puñetazo en la cara, como si les
hubieran dado un martillazo.
"...por
tanto, os castigaré por todas vuestras maldades." (3:2b)
En ese
momento vemos cómo se les muda el rostro. Como ve usted, lo que era la señal de
su orgullo era además el motivo por el que Dios dice que habían de ser, de modo
especial, sujetos a juicio. La luz crea la responsabilidad y el privilegio
expone al más penetrante juicio. Y al ser llamado este pueblo a tener semejante
relación fueron al mismo tiempo sujetos a la más severa y dura forma de juicio.
Esto es
lo que quiere decir Pedro en el Nuevo Testamento al decir: "Porque es
tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. (1ª Ped. 4:17) Siempre
empieza ahí. Dios empieza siempre por juzgar a su pueblo y a continuación juzga
a los que están a su alrededor. La palabra del profeta es que debido a que
somos el pueblo de Dios, no significa que la palabra de Dios no vaya a juzgar
el mal que hay en nuestras vidas. Todo lo contrario, nos juzgará con más
dureza.
A
continuación Amós explica la relación tan intima y especial que tenemos con
Dios en el capítulo 3:
"¿Andarán
dos juntos, a menos que se pongan de acuerdo?" (3:3)
Asi es
como camina Dios con su pueblo y luego les habla diciendo:
"Así,
nada hará el Señor Jehová sin revelar su secreto a sus siervos los
profetas." (3:7)
Estas
eran las cosas que marcaban su relación especial y privilegiada ante Dios.
Caminaban con él, hablaban con Dios, pero por este motivo, el profeta dice que
Dios va a enviar su juicio.
Luego
anuncia en qué consiste. ¿Recuerda usted la historia de los dos carneros de oro
que fueron erigidos por el rey Jeroboam en las ciudades de Betel y de Dan? (1ª
Rey. 12:28) Israel fue enviada a adorar allí y el pueblo llamaba a aquellos
carneros Jehová y adoraban y se inclinaban ante esas imágenes doradas. Aquellos
dos carneros representaban dos ideas básicas en Israel, por lo que Dios estaba
interminablemente juzgando a su pueblo. Además, son ideas que prevalecen
actualmente entre las gentes.
Aquellos
carneros dorados, que habían sido fabricados con oro, representaban el deseo
que tenía aquel pueblo de obtener ganancias materiales, de su amor a la riqueza
y al materialismo, el dios del oro. Y debido a que eran carneros, o jóvenes
toros, eran representantes de los dioses paganos del sexo, los dioses de la
fertilidad o de la potencia sexual. De modo que la adoración de estos carneros
gemelos, hechos de oro, eran esencialmente simbólicos de la adoración por parte
del pueblo del materialismo y el sexo. Eso suena muy moderno ¿verdad? Y la
palabra del profeta a este pueblo era que debido a que participaban en esta
clase de adoración, Dios estaba levantando a la nación de Asiria para que
descendiese del norte, atacase y se llevase a Israel a la cautividad.
Pero
teniendo en cuenta la paciencia de Dios transcurrieron doscientos años antes de
que esto sucediese. Pero Dios lo anunció con tanta antelación para que el
pueblo tuviese tiempo de arrepentirse y les dejó muy claro que eso sucedería a
menos que se volviesen a él. Incluso en este relato, el profeta muestra cómo
Dios había intentado con paciencia que despertasen a su advertencia. En el
capítulo 4 leemos acerca de cinco ocasiones diferentes en las que Dios mandó
algo para hacerles despertar, para hacerles pensar, para hacer que se
detuviesen y cesasen en su curso descendente. Dice:
"Por
mi parte, yo os he tenido a diente limpio en todas vuestras ciudades, y con
falta de pan en todos vuestros pueblos [es decir, pasaron por una hambruna],
pero no os volvisteis a mí, dice Jehová. También os detuve la lluvia---hice
llover sobre una ciudad y sobre otra no hice llover. [Dios hizo a propósito que
se espaciase la lluvia, a fin de que fuesen plenamente conscientes de que eso
sucedía por mano divina.]...pero no os volvisteis a mi. Yo os golpeé con tizón
añublo. La langosta comió vuestros muchos huertos...pero no os volvisteis a mi.
Envié entre vosotros una plaga, como en Egipto. Maté a espada a vuestros
jóvenes, mientras vuestros caballos eran capturados...pero no os volvisteis a
mi. Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y Gomorra...[es decir, por
medio de la acción volcánica, por el fuego y otros desastres] pero no os
volvisteis a mí." (4:6-11)
Dios dice
esto una y otra vez. Esta es una señal de que en ocasiones Dios permite que
sucedan cosas en nuestra vida a fin de darnos una sacudida y hacernos
despertar. Esto es algo que he visto suceder muchas veces. Al visitar a alguien
en el hospital que ha tenido un accidente, me he encontrado con frecuencia que
aunque nada indicaba directamente que era posiblemente un juicio de Dios, era
aceptado por la persona y muy apropiadamente, como una advertencia o algo de
parte de Dios, como si le estuviese diciendo: "Mira, detente y piensa
acerca de dónde te diriges y lo que te está sucediendo. Porque Dios, con su
enorme paciencia, está constantemente intentando hacer que veamos las cosas tal
y como son en realidad.
Y a
continuación el profeta sigue adelante y pone el dedo sobre la llaga, mostrando
exactamente lo que está mal:
"Por
tanto, puesto que pisoteáis al pobre y tomáis el tributo de granos, aunque
hayáis edificado casas de piedra labrada, no las habitaréis. Plantasteis
hermosas viñas, pero no beberéis el vino de ellas. Porque yo conozco vuestras
muchas rebeliones y vuestros grandes pecados: que hostilizáis al justo, que
tomáis soborno y que hacéis perder su causa a los pobres en el tribunal. Por
eso, en tal tiempo el prudente calla..." (5:11-13)
Este es
el motivo por el que a los liberales les encanta este libro, porque a Amós se
le llama el profeta de la justicia social, el hombre que exigió que el hombre
tratase a su prójimo con justicia. A los liberales les encanta este libro por
estas declaraciones, como voz de trueno, en contra de los males sociales en los
días de Amós y tienen razón. A Dios siempre le molestan las injusticias
sociales y no se limita a decirles: "dejad de hacer estas cosas. Es verdad
que lo dice, pero no es eso todo lo que dice al respecto, sino que dice cómo
dejar de hacer estas cosas y eso es lo importante de este mensaje, que
encontrará usted claramente expuesto en dos ocasiones en el capítulo 5:
"Porque
así ha dicho Jehová a la casa de Israel: ¡Buscadme y viviréis!, [No os vayáis a
Betel, no vayáis donde están los carneros dorados. Buscadme y viviréis. "]
¡Buscad a Jehová y vivid! No sea que él acometa como fuego contra la casa de
José." (5:4, 6a)
¿Cuál es
la respuesta para el corazón errante? La respuesta no es solo limpiar su vida,
sino volver a Dios. Es arrepentirse y volver de nuevo, volverse, venir al Señor
de nuestra salvación, llamándole. Pidamos al Señor que nos ayude a volver a
ponernos en pie y que enderece nuestras vidas. Esa es la respuesta. Es siempre
al llamamiento que nos hace Dios. Volvamos a entablar una relación con Aquel
que nos ama y que con paciencia intenta despertarnos y volver a traernos a él.
Pero
evidentemente la nación siguió resistiéndose a la súplica hecha por el profeta,
de modo que dirige dos pasajes concretos a este pueblo, que tratan
especialmente los dos puntos de vista extremos del pueblo de Israel y son
puntos de vista casi contradictorios. Primero dice:
"¡Ay
de los que anhelan el día de Jehová!" (5:18)
Y al otro
grupo les dice:
"¡Ay
de los que viven reposados en Sion...!" (6:1)
Aquí
tenemos dos puntos de vista muy diferente entre aquellas gentes. Había aquellos
a los que podríamos llamar los hipócritas piadosos, que fueron los primeros en
caer bajo el juicio de Dios. "¡Ay de los que anhelan el día de Jehová!
¿Qué quiere decir esto? Pues había algunas personas que iban por ahí diciendo:
"Este es un día terrible, Dios es muy duro. Las cosas son espantosas. Se
frotaban las manos, como si estuviesen haciendo duelo, y realizaban toda clase
de rituales y de ceremonias religiosas diciendo: "No hay esperanza de
ninguna clase. ¡Si tan solo viniese ya Dios! Ojalá llegase el día del Señor y
ojalá que pudiéramos irnos a nuestro hogar en el cielo. ¿Ha oído usted decir
eso alguna vez? Y el profeta truena diciendo: "¡Ay de los que anhelan el
día del Señor!
Amós
dice: "¿Sabéis cómo será ese día? ¿Tenéis idea de lo que estáis diciendo?
Pues les dice, "será un día oscuro, no de luz. Será como cuando el hombre
huye del león y se encuentra con un oso, y como si entrase en una casa y
apoyase su mano sobre la pared y le mordiese una serpiente. Habláis acerca del
día del Señor. ¡Pero no tenéis idea de lo que estáis diciendo! ¡Ay de vosotros!
Y Dios dice:
"Aborrezco,
rechazo vuestras festividades y no me huelen bien vuestras asambleas
[actividades religiosas] festivas...ni vuestros holocaustos...quita de mi el
bullicio de vuestras canciones...las salmodías de tus instrumentos...mas bien,
corra el derecho como agua y la justicia como arroyo permanente."
(5:21-24)
¿Nos
libramos alguna vez de todo esto? Dios desea la verdad en lo interior, en el
centro de la vida, sin que haya una conformidad exterior. Dios puede ver a
través de esa farsa y pretensión sin la menor dificultad y no le impresiona
para nada cuando participamos en actividades religiosas. "Tú quieres la
verdad en lo íntimo. (Sal. 51:6)
Pero
había otro grupo que decía: "Estas cosas no nos preocupan. Comamos,
bebamos y divertámonos porque mañana moriremos. Pasémoslo lo mejor que podamos
y saquémosle el máximo provecho a la vida; divertamonos todo cuanto podamos
mientras nos sea posible. Y el profeta dice: "¡Ay de los que viven
reposados en Sion...!
Amós
pregunta: "¿Cómo podéis estar tan tranquilos mientras la nación se muestra
tan inquieta? ¿Cómo podéis quedaros satisfechos con las riquezas y la buena
vida cuando hay personas que están padeciendo en las calles y el juicio ha
desaparecido de vuestros tribunales? Y a continuación nos encontramos con este
poderoso mensaje:
"Dormís
en camas de marfil, os extendéis sobre vuestros lechos y coméis los carneros
del rebaño y los terneros de engorde. Improvisáis al son de la lira..."
(6:4, 5a)
...en
medio de la amenaza del juicio de Dios? Estos son los dos grupos con actitudes extremas.
Al seguir adelante Amós, muestra en una serie de visiones que le fueron dadas
que el pueblo está listo para que le sometan a juicio.
Nos
encontramos por fin con la última escena, casi siempre representada por los
profetas, una escena de belleza, de paz y de gloria. Revela lo que quiere Dios
y, por lo tanto, por qué Dios está furioso con la hipocresía. Escuche estas
palabras:
"En
aquel día levantaré el tabernáculo caído de David y cerraré sus brechas.
Reconstruiré sus ruinas y lo edificaré como en el tiempo pasado." (9:11)
¿Recuerda
usted dónde se cita eso en el Nuevo Testamento? En el primer concilio de
Jerusalén, en Hechos 15, cuando se preguntaban si Dios iba a salvar a los
gentiles sin la ley de Moisés, Santiago se puso en pie y citó este versículo de
Amós. "Los profetas dijo, "han declarado que Dios mandará su gracia a
los gentiles y citó este versículo. (Hechos 15:15-18) La palabra de Dios era
que levantaría el tabernáculo o la cabaña de David que había caído, y repararía
sus brechas. Esta es una imagen de la venida de Cristo, representando la casa
de David. Y en la resurrección del Señor Jesús, fue transmitida palabra a todos
los pueblos. Dios habría de bendecir al mundo a través de él: "para que
posean lo que queda de Edom y de todos los pueblos sobre los cuales es invocado
mi nombre, dice Jehová que hizo esto. (9:12)
A
continuación encontramos esta maravillosa escena:
"He
aquí que vienen días, dice Jehová, cuando el que ara alcanzará al que siega, y
el que pisa las uvas al que lleva la semilla; las montañas gotearán vino nuevo,
y todas las colinas se derretirán. Pues restauraré de la cautividad a mi pueblo
Israel, y ellos edificarán las ciudades asoladas y las habitarán. Plantarán
viñas y beberán del vino de ellas; plantarán los huertos y comerán de sus
frutos. Pues los plantaré en su tierra, y nunca más serán arrancados de la
tierra que yo les di, ha dicho Jehová tu Dios." (9:13-15)
Como es
natural, esta es una imagen de los días del milenio cuando Israel será por fin
restaurada a su tierra, para no ser nunca más echada de ella.
Entonces
¿por qué está Dios tan furioso con su pueblo? Si la crueldad le pone furioso,
es porque su corazón se empeña en la bondad hacia el hombre. Si la opresión
despierta su ira, es porque quiere que los hombres vivan en amor y en paz. Si
el dolor que se causa a otros hace que caiga el juicio de Dios, es porque su
corazón se ha empeñado en la felicidad y el bienestar de la humanidad.
El
mensaje de este libro es que Dios es implacable cuando comienza a tratar con el
hombre y no está dispuesto a hacer la paz ni a transigir. Cuando comienza a
tratar con una nación, insiste en los valores absolutos. Cuando empieza a
tratar a una persona en particular, está tratando con los valores absolutos. El
mero hecho de que seamos cristianos no quiere decir que escaparemos a la
condenación del juicio de la Palabra de Dios con respecto a aquellos aspectos
en los que intentamos transigir. Por el hecho de que haga 400 años que somos
cristianos, eso no cambia lo implacable de la Palabra de Dios al buscar y
escudriñar nuestros corazones y nuestras vidas porque Dios no cambia.
Lo que
nos dice este profeta es que estamos tratando con un Dios de justicia y de un
celo riguroso e inflexible, que no está dispuesto a transigir de ninguna
manera, pero con todo y con eso, nuestro Dios es un Dios de paciencia y de
amor. El matiz de fondo de este libro, como en el caso de todos los profetas,
es el derramamiento del amor del corazón de Dios, que desea el bienestar y la
felicidad de la humanidad, manifestándose de vez en cuando con unas
maravillosas formas de expresión. Apuntalando todo el libro está la promesa de
llevar por fin a Israel, y de igual modo a todo el pueblo de Dios, a aquel día
en que el hombre vivirá en paz y con gozo, con bendiciones que llenarán los
corazones de los hombres. ¡Qué gran mensaje de la imparcialidad de la gracia de
Dios!
Nº de
Catálogo 230
Amós
8 de
Mayo, 1966
Treintavo
Mensaje
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